París.- En preparación para los Juegos Olímpicos que tendrán lugar del 26 de julio al 26 de agosto, París se ha embarcado en una ambiciosa operación de seguridad que involucra inteligencia artificial y aeronaves de combate. Con un enfoque sin precedentes en la seguridad, la ciudad enfrenta desafíos significativos debido a su historia de ataques extremistas y las crecientes tensiones internacionales.

En comparación con la estrategia de otras ciudades anfitrionas como Río de Janeiro o Londres, París ha optado por albergar la gran mayoría de los eventos en el corazón de la capital, lo que presenta un desafío adicional para garantizar la seguridad de los atletas y los millones de visitantes que se esperan.

Las autoridades francesas han desplegado un contingente de hasta 45.000 policías y gendarmes, complementados por 10.000 soldados, en lo que se ha descrito como el campamento militar más grande en París desde la Segunda Guerra Mundial. Se ha establecido una zona de exclusión aérea de 150 kilómetros alrededor de la capital, donde aeronaves de combate Rafale, drones de vigilancia Reaper y helicópteros con francotiradores patrullarán los cielos.

París refuerza la seguridad de cara a los Juegos Olímpicos

La implementación de tecnología de inteligencia artificial en las cámaras de vigilancia autorizada por una ley especial para los Juegos permitirá detectar posibles amenazas de seguridad, como paquetes sospechosos o aglomeraciones de personas. Además, más de 1.900 refuerzos policiales de más de 40 países se han unido a los esfuerzos de seguridad franceses.

La preocupación por los ataques perpetrados por personas solitarias ha llevado a una mayor vigilancia en la identificación de posibles amenazas. Los controles exhaustivos de antecedentes han impedido la asistencia de más de 3.900 personas a los eventos olímpicos. Además, se han identificado 155 individuos considerados «muy peligrosos» y se ha limitado su acceso a la ceremonia inaugural y a los lugares de los Juegos.

Por otro lado, activistas de derechos digitales y críticos de los Juegos han expresado su preocupación por el alcance de la seguridad olímpica, que consideran un «arsenal represivo». Grupos como Saccage 2024 han cuestionado la invasión de la privacidad y la posible discriminación contra personas sin hogar que pasan tiempo en espacios públicos.

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