Esta semana, Lula da Silva quedó al frente de un país fracturado, con relaciones parlamentarias complicadas e inseguridad social. El nuevo presidente de izquierda tendrá que hacerle frente a varios retos heredados por su antecesor de ultraderecha,  Jahir Bolsonaro.

En su discurso de investidura, Lula, dejo claro que en Brasil, la lucha contra la pobreza y la inseguridad continua:

«Nuestras primeras acciones apuntan a rescatar del hambre a 33 millones de personas y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileñas y brasileños, que soportaron la más dura carga del proyecto de destrucción nacional que hoy se cierra»

Conoce más sobre el tema:  

• El presidente que quiere acabar con el hambre: Lula da Silva.

Sin embargo, Brasil se encuentra fracturado. Además de la pobreza, Lula da Silva tiene que hacerle frente a retos medioambientales, legislativos, y políticos internacionales.

En el ámbito ambiental, el presidente ha prometido acabar con la deforestación ilegal en la Amazonia. Para esto, da Silva ha suspendido las licencias para la explotación de recursos minerales en la región amazonica, y buscará reactivar el “Fondo Amazonia”.

Por otro lado, Lula tiene que librarse de la corrupción. Prometió en campaña eliminar los presupuestos “opacos”. Tendrá que sanear el presupuesto y entablar una nueva relación con el Parlamento para lograrlo.

El presidente brasileño, apostará por la integración, no solamente dentro del congreso dominado por conservadores, si no también, fuera de Brasil.

Da Silva ha señalado que Bolsonaro aisló a Brasil del mundo.

Otro reto: Rehacer las alianzas y  trabajar con el resto de países latinomericanos. En otras palabras, revitalizar MERCOSUR y UNASUR.