En una tragedia sin precedentes, las autoridades de Myanmar informaron que el número de víctimas fatales tras el devastador terremoto de magnitud 7.7, ocurrido el pasado 28 de marzo, ha ascendido a 3,145 muertos y más de 4,500 heridos.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 17 millones de personas se han visto afectadas por el temblor, y casi nueve millones de ellas enfrentan un nivel extremo de devastación.

Las zonas más impactadas por el terremoto fueron las cercanas a Mandalay y Sagaing, aunque el impacto se sintió también en otras regiones como Bago, Magway, Nay Pyi Taw y partes del estado de Shan. La magnitud del sismo ha causado el colapso de infraestructura clave, dejando a miles de personas sin acceso a recursos esenciales.

Los hospitales de las regiones afectadas están al borde del colapso debido a la gran cantidad de heridos, y las vías de comunicación y transporte han quedado severamente interrumpidas, dificultando las labores de rescate.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) reportó que más de 370 personas siguen desaparecidas, mientras que los sistemas de telecomunicaciones, electricidad y suministro de agua se han desplomado, dejando a los supervivientes en condiciones extremas.

Además de la tragedia humana, la destrucción material es descomunal. Al menos seis regiones de Myanmar permanecen en estado de emergencia, mientras que más de 21,000 viviendas, más de 1,000 escuelas y 48 hospitales han sido declarados como destruidos. La población enfrenta grandes dificultades para acceder a alimentos, medicinas y refugio, mientras los equipos humanitarios luchan por llegar a los puntos más afectados debido a los daños en las infraestructuras.

Las autoridades locales y organismos internacionales continúan trabajando para gestionar la crisis, pero se teme que el número de víctimas aumente a medida que los equipos de rescate exploran las áreas más afectadas. Las labores de limpieza y búsqueda de sobrevivientes siguen adelante, aunque la situación sigue siendo extremadamente difícil para miles de personas atrapadas en medio de los escombros y la devastación.