El papa Francisco visitó este jueves la cárcel romana de Regina Coeli para conmemorar la Última Cena con un grupo de internos, como parte de la tradición que ha mantenido desde los inicios de su pontificado en 2013. Esta visita cobra especial relevancia al realizarse mientras el pontífice, de 88 años, continúa recuperándose de una neumonía bilateral que lo mantuvo hospitalizado durante más de cinco semanas.

La llegada del Papa se produjo poco antes de las 15:00 horas locales, a bordo de un vehículo discreto, sin previo anuncio oficial por parte de la Santa Sede, debido a la incertidumbre sobre su estado de salud. Fue recibido por la directora del centro penitenciario, Claudia Clementi, junto a miembros del personal, y más tarde sostuvo un encuentro con unos 70 reclusos, informó el Vaticano.

Aunque no participó en la tradicional misa Crismal en la Basílica de San Pedro celebrada esa misma mañana, Francisco decidió conservar esta cita del Jueves Santo con las personas privadas de libertad, reflejando su compromiso constante con los más vulnerables y marginados.

Desde su elección como Papa, Francisco ha optado por pasar la tarde del Jueves Santo con poblaciones desfavorecidas, visitando no solo cárceles, sino también centros para refugiados, ancianos o personas con discapacidad. Entre los lugares que ha recorrido en años anteriores figuran la prisión juvenil de Casal del Marmo (2013 y 2023), la cárcel de Rebbibia (2015 y 2024), y la penitenciaría de Civitavecchia (2022), entre otros.

Su visita a Regina Coeli no es la primera: ya en 2018 celebró allí la misa del Jueves Santo. Esta continuidad subraya el mensaje central de su pontificado: la cercanía, la misericordia y la esperanza.

A pesar de los cuidados médicos y de no estar completamente restablecido, el Papa ha comenzado a retomar gradualmente sus actividades. Ayer recibió en audiencia al personal del hospital Gemelli, donde estuvo ingresado durante 38 días, marcando su primer encuentro privado con un grupo numeroso desde su alta médica.

En días recientes, también ha hecho apariciones sorpresivas, como al finalizar la misa del Domingo de Ramos, y ha visitado en silencio lugares de oración como la Basílica de San Pedro y Santa María la Mayor, a veces sin portar la tradicional sotana blanca, lo que ha llamado la atención de fieles y medios.

Aunque no participará personalmente en todas las celebraciones de Semana Santa, sus mensajes siguen presentes. Por ejemplo, el tradicional Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo será presidido por el cardenal Baldassare Reina, pero los textos de las meditaciones han sido redactados por el propio Francisco.

Su presencia en Regina Coeli, sin las cánulas de oxígeno que utilizó recientemente, y su creciente participación en eventos públicos, reflejan una recuperación progresiva. El Vaticano ha indicado que el pontífice depende cada vez menos de la terapia respiratoria, lo que da esperanzas de que pueda continuar, aunque con moderación, su agenda pastoral durante los días santos.

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