Santiago de Chile.- Un 11 de septiembre del año 1973, Chile vivió el inicio de una de las etapas más dolorosas de su historia nacional. El presidente elegido democráticamente, Salvador Allende, era derrocado por una junta militar dirigida por el general Augusto Pinochet. Con este movimiento daba inicio a una dictadura que mantendría bajo el yugo de un solo hombre a un país entero durante los próximos 17 años.

Medio siglo después de lo ocurrido la mañana del golpe, Chile continúa viviendo los estragos sociales y políticos que dejó la dictadura de Pinochet. En ese entonces, el general y sus militares llegaron al poder con el propósito de “restaurar la institucionalidad nacional quebrantada”, otorgándole el control total de los tres poderes a un solo hombre.

La sociedad chilena ha vivido con esa sombra que todavía da atisbos de vida en la nación. Todavía más sorprendente es que esta etapa es recordada con desconocimiento o interés, ya que, según la encuesta Cerc-Mori, apenas un 58% de los encuestados dice saber algo sobre el golpe de Estado y la posterior dictadura en Chile, a pesar de ser una de las más longevas en Latinoamérica.

El golpe de Estado, un evento divisor

La perspectiva sobre la dictadura también ha causado un notable contraste entre las fuerzas políticas del país. Por ejemplo, José Antonio Kast, principal opositor al gobierno actual de Chile, se ha expresado sobre el golpe como un acto valiente que salvó al país de la “revolución marxista”. Asimismo, hay ciudadanos que creen que el golpe de Estado fue culpa de Salvador Allende y que los militares solo hicieron su trabajo para salvar al país.

Por su parte, el Gobierno de Gabriel Boric, se ha posicionado en contra del golpe de Estado. Esto lo podemos ver en la serie de acciones tomadas alrededor del aniversario, con una serie de propuestas legislativas en materia de Derechos Humanos.

Entre estas iniciativas está desclasificar los testimonios de la comisión creada en 2003 para documentar los avisos de la dictadura. Boric también ha expresado su intención de relanzar la búsqueda de desaparecidos y ha criticado duramente a quienes aprueban las acciones hechas por Pinochet, las cuales incluyen secuestros, torturas, asesinatos y más violaciones a los derechos humanos.

El dictador falleció en 2006 en un hospital de Santiago de Chile. No hubo un luto oficial en su memoria, como tampoco condenas a su figura. La justicia chilena nunca logró condenar al dictador por los actos cometidos durante su gobierno, por lo que se han tenido que conformar con la detención de militares cercanos a Pinochet.

Actualmente, el principal foco de atención sobre la dictadura está en la Constitución Chilena. Este documento utilizado en las legislaciones actuales sigue siendo el mismo que surgió durante la época de Pinochet. Los esfuerzos por cambiarla han sido muchos, pero sin un resultado evidente.

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