Donald Trump interrumpe su campaña para comparecer en el juicio de difamación presentado por la periodista E. Jean Carroll.

Carroll busca una compensación de 10 millones de dólares por los daños causados a su reputación después de que Trump la tildara de mentirosa en respuesta a sus acusaciones de agresión sexual en 1996.

Este es el segundo juicio en ocho meses, y en el anterior, Carroll ganó 5 millones de dólares. Aunque no está obligado a asistir, Trump decide participar, enfrentándose nuevamente a las acusaciones mientras continúa su carrera hacia las primarias republicanas.

En el juicio, Carroll afirma que busca restaurar su reputación, mientras que la defensa de Trump argumenta que ella persigue fama y notoriedad.

Aunque el expresidente alega que nunca ha conocido a Carroll, su participación en el juicio sugiere la importancia del caso en medio de sus esfuerzos para regresar a la Casa Blanca.

Trump, con varios frentes legales abiertos, se presenta como víctima de una «caza de brujas» destinada a obstaculizar su retorno a la presidencia en noviembre.

El juicio destaca el choque entre Trump y las acusaciones de mujeres que buscan justicia por supuestas agresiones sexuales.

La participación activa del expresidente en el proceso legal subraya su estrategia de confrontación directa, mostrando su disposición a abordar estas acusaciones públicamente, incluso en medio de su campaña electoral.

El caso refleja la tensión constante entre la esfera judicial y la arena política en el panorama estadounidense.

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