El primer ministro japonés, Fumio Kishida, se involucró en un escándalo esta semana después de que se filtraran imágenes de una reunión del partido de gobierno donde contrataron a bailarinas eróticas. Según informes, obligaron a estas bailarinas a recibir propinas con sus bocas, un acto que Kishida mismo describió como “muy inapropiado y lamentable”.
El evento ocurrió en noviembre y una sección regional del Partido Liberal Democrático (PLD) lo organizó. Las imágenes mostraban a mujeres en trajes de baño bailando y sentándose en los regazos de los participantes. Instruyeron a las mujeres, miembros de un grupo llamado Glamour Dancers, a recibir propinas en billetes con sus bocas, de acuerdo con medios locales.
Tetsuya Kawabata, uno de los organizadores del evento y sujeto de la juventud local del PLD, defendió la presencia de las bailarinas gogó como una forma de garantizar la “diversidad” del evento. Sin embargo, luego de la polémica surgida, Kawabata habría renunciado al partido.
Impacto en el gobierno y la sociedad
El gabinete de Kishida, que desde septiembre cuenta con cinco mujeres en un total de 20 personas, se ha visto afectado por este escándalo, ya que va en contra del objetivo de promover la diversidad en el gobierno. El incidente también ha generado críticas en un país donde la política está mayoritariamente dominada por hombres.
La juventud nacional del PLD emitió disculpas y dos legisladores que asistieron al evento han dejado sus cargos en la Oficina de Juventud, aunque seguirán en sus funciones como miembros del partido. Esta situación ha generado una baja en los índices de aprobación del gobierno, que registraron un 18% en marzo, según lo informado por la BBC.
Este escándalo llega en un momento crucial para el PLD, que busca aumentar la participación de las mujeres en la política japonesa. Kishida, en el cargo desde octubre de 2021, se enfrentará a una dura batalla electoral interna por el liderazgo del partido a finales de año, antes de las elecciones nacionales programadas para 2025.
En medio de esta controversia, el primer ministro ha reiterado su compromiso con una sociedad inclusiva y respetuosa con la diversidad. Afirmó que el evento no se financió con dinero de los contribuyentes y que no se ajusta a la visión de promover la diversidad en su gabinete.
Con este escándalo, el PLD enfrenta una situación delicada que podría afectar su estatus como partido predominante en la política japonesa.
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