El estreno de Joker, bajo la dirección de Todd Phillips y con Joaquin Phoenix como protagonista, sorprendió a todos al ofrecer una nueva perspectiva en el género de superhéroes. En lugar de las típicas explosiones y batallas digitales, la película exploró una violencia simbólica, mostrando a un villano atrapado en un ciclo de brutalidad. Arthur Fleck se convirtió, para bien o para mal, en un símbolo de las enfermedades mentales y la desesperanza que se siente en la sociedad actual.

Con la llegada de Joker: Folie à Deux, el público se mostró desconcertado. La historia de Arthur parecía haber llegado a su fin, y la tendencia de los estudios de extender las historias innecesariamente chocaba con la narrativa cerrada de la primera entrega. La falta de justificación para una secuela generó dudas sobre la dirección que tomaría esta nueva historia.

Un aspecto aún más sorprendente fue la decisión de convertirla en un musical, con la participación de Lady Gaga en el papel de Harley Quinn. Esta elección distaba mucho de la atmósfera oscura de la primera película, lo que despertó desconfianza y a la vez una curiosidad morbosa entre los espectadores. La mezcla de géneros parecía arriesgada y alejaba a muchos de las expectativas iniciales.

Al llegar a la pantalla, Joker: Folie à Deux no aclaró las inquietudes del público; más bien, las intensificó. Una pregunta persistente sobrevolaba la cinta: ¿quién lamentó el impacto que tuvo la primera entrega en ciertos sectores de la audiencia? La inclusión del formato musical se presenta como un medio para explorar la mente de Arthur, un reflejo de su relación con el espectáculo y la fantasía, aunque el resultado final no siempre logra ser atractivo.

Las escenas musicales, en vez de brillar, a menudo se sienten opacas, como si Todd Phillips estuviera más interesado en parodiar que en celebrar el género. Aunque se sugiere que esta decisión artística busca desmitificar al personaje, la falta de energía en estos segmentos plantea dudas sobre su efectividad. Sin embargo, la interpretación de Lady Gaga como Harley Quinn destaca, aportando una locura que se fusiona bien con su personalidad y su poderoso talento vocal.

La relación entre Arthur y Harley se desarrolla rápidamente, como si la película estuviera ansiosa por llevarnos a los momentos musicales. A pesar de su apuro, Harley sigue siendo un personaje fascinante que profundiza en los rincones oscuros de la mente de Arthur. A medida que la trama avanza, se critica la forma en que la audiencia ha glorificado a Arthur, transformándolo en un ícono erróneo. Joker: Folie à Deux se propone desafiar esta percepción, ofreciendo una narrativa que no busca agradar y que puede dejar al público dividido.