Un bolso es uno de los accesorios más deseado por muchas mujeres, pero también el más difícil de llevar. Cada vez son más pequeños y menos prácticos, hasta el punto de que algunos solo se pueden ver con un microscopio.

La tendencia de los minibolsos se inició hace unos años con las celebrities y las influencers, que renunciaron a la comodidad de llevar todo lo necesario en sus salidas para lucir diseños exclusivos y minimalistas de firmas como Valentino, Jacquemus o Balenciaga.

Pero lo que parecía una moda pasajera se ha convertido en un fenómeno global que ha llegado al límite de lo absurdo. La marca estadounidense MSCHF ha creado el bolso más pequeño del mundo, inspirado en el modelo OnTheGo de Louis Vuitton, con su característico monogram estampado en verde flúor.

El bolso es tan diminuto que no alcanza ni el tamaño de un grano de sal  o una de las pelusas del suelo. Solo puede apreciarse bien con un microscopio y, por supuesto, no sirve para guardar nada. Es la última palabra en miniaturización de bolsas, según Kevin Wiesner, director creativo de MSCHF.

¿Qué sentido tiene un bolso que no se puede usar ni ver? Según los expertos en moda, se trata de una forma de expresar la personalidad y el estilo de cada una, así como de mostrar el poder adquisitivo y el estatus social. También es una manera de jugar con las proporciones y los contrastes, combinando un bolso minúsculo con un look oversize.

Los microbolsos son el ejemplo perfecto de lo que la periodista Teresa Iturralde llamó accesorios ridicool: ridículos pero fascinantes y cool. Son objetos de culto que desafían la lógica y la funcionalidad, pero que generan admiración y deseo entre las amantes de la moda.

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