Cuando el Día de Muertos llega a su fin y los mexicanos desmontan los altares dedicados a sus seres queridos fallecidos, es común que consuman los alimentos que han sido colocados en la ofrenda para evitar el desperdicio.

Sin embargo, al probar estos alimentos, notan un fenómeno curioso: la comida ha perdido su sabor característico. Aunque existe una creencia de que las almas de los difuntos se llevan la vitalidad y energía de los alimentos, la ciencia ofrece una explicación más concreta.

Este fenómeno se debe, en parte, al proceso de oxidación que experimentan los alimentos al estar expuestos al aire, lo que afecta su sabor y aroma. Además, los alimentos en las ofrendas contienen microorganismos que, con el tiempo, se descomponen y provocan la pérdida de olor y sabor.

La fotodegradación, otro factor, descompone químicamente los alimentos si están expuestos a la luz durante mucho tiempo.

La humedad en la comida, esencial para el sabor y el aroma, se evapora o se pierde debido a la actividad de microorganismos cuando los alimentos se encuentran al aire libre.

Aunque la creencia popular atribuye esta pérdida de sabor a causas espirituales, la explicación científica revela que se trata de procesos químicos y microbiológicos que ocurren en los alimentos de las ofrendas durante el tiempo que permanecen expuestos.

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