Ciudad de México.- Pese al insistente argumento de que el huachicol “casi se acabó”, Petróleos Mexicanos (Pemex) sigue siendo presa del crimen organizado.
El número de tomas clandestinas en su red de ductos para extraer gasolinas, diesel, turbosina y gas LP es alto, y en este último caso, escala ya a niveles preocupantes.
El robo de producto a pipas no cesa, las agresiones al personal dedicado a reparar los ductos son constantes y las numerosas denuncias que el grupo de abogados de la empresa interponen ante el Ministerio Público no encuentran eco.
Son delitos a los que se sigue enfrentando la petrolera todos los días y que, lejos de acabar, en algunos casos se incrementan.