Un ataque con cuchillo perpetrado por un estudiante de 15 años en el colegio privado Notre-Dame-de-Toutes-Aides, en Nantes, dejó a los ciudadanos aterrados. El brutal acto dejó una víctima fatal, tres heridos y un país conmocionado por los oscuros pensamientos del agresor, quien admiraba a Adolf Hitler y había enviado un manifiesto lleno de odio y reflexiones radicales.

El reloj marcaba las 12:30 del mediodía cuando Justin P., un adolescente de 15 años y alumno del mismo instituto, irrumpió en una de las aulas con un cuchillo en mano. Según los primeros reportes, atacó sin mediar palabra a cuatro compañeros. Una estudiante perdió la vida en el lugar. De los tres heridos, uno se encuentra en estado grave, otro con lesiones moderadas y el tercero con heridas leves.

El ataque no fue un arrebato impulsivo. Horas antes de cometer el crimen, Justin había enviado un documento de 13 páginas titulado “La acción inmunitaria” a varios compañeros de clase. El texto, mezcla de divagaciones filosóficas y críticas sociales, contenía frases antisemitas, posturas extremistas contra la globalización, y referencias explícitas a regímenes totalitarios.

Más alarmante aún fue el contenido que reveló su afinidad con la ideología nazi. Según testimonios de compañeros citados por medios, Justin solía hablar de Hitler y del nazismo, aunque algunos pensaban que lo hacía en tono de burla. “Creíamos que lo decía en broma”, declaró uno de los estudiantes.

La policía encontró en su mochila un segundo cuchillo y una pistola de imitación, lo que indica que pudo haber planeado un ataque de mayor escala.

Las autoridades confirmaron que Justin no tenía antecedentes penales, pero presentaba un cuadro depresivo. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, afirmó que aún no hay pruebas concluyentes que lo vinculen con grupos de extrema derecha, aunque la investigación sigue abierta para analizar su entorno social y digital. También se mencionó la posibilidad de un detonante emocional relacionado con problemas personales o un desencuentro amoroso.

La magnitud del caso encendió las alarmas entre las autoridades francesas. El presidente Emmanuel Macron expresó su "más profunda solidaridad" con las víctimas y elogió la valentía de los profesores que lograron contener al atacante antes de que llegara la policía.

El primer ministro François Bayrou calificó el suceso como una muestra clara de la “violencia endémica” que afecta a los jóvenes. “Necesitamos un despertar colectivo”, afirmó. Por su parte, la ministra Élisabeth Borne y el ministro Retailleau viajaron a Nantes para acompañar a las familias afectadas y coordinar las investigaciones.

La líder ultraderechista Marine Le Pen aprovechó el caso para exigir medidas de seguridad más estrictas en las escuelas, incluyendo la instalación de pórticos detectores de metales en los accesos. "Esto no es un hecho aislado, es un síntoma de una sociedad que ha perdido el control sobre sus jóvenes", denunció en redes sociales.

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