Lo impensable volvió a suceder en el ya convulsionado sistema penitenciario de Arizona. Un recluso con un historial criminal aterrador fue acusado de asesinar brutalmente a tres compañeros de prisión en un hecho que sacudió a las autoridades y encendido las alarmas sobre la seguridad dentro de los muros carcelarios.

Ricky Wassenaar, un nombre ya temido dentro del sistema penitenciario estatal, fue identificado como el único sospechoso del triple homicidio ocurrido el pasado viernes en la Unidad Cimmaron de la prisión estatal de Arizona, ubicada en Tucson. El interno, que ya cumplía 16 cadenas perpetuas por su participación en uno de los motines más largos y violentos en la historia de las cárceles estadounidenses, ahora enfrenta nuevos cargos por este sangriento episodio.

Las víctimas fueron identificadas como Saul Alvarez, Thorne Harnage y Donald Lashley, todos reclusos que compartían con Wassenaar el entorno de alta seguridad. Aunque los detalles del ataque aún no se han revelado por completo, funcionarios del Departamento Correccional de Arizona confirmaron que el hecho fue ejecutado con clara "intención de hacer daño". Las circunstancias específicas del altercado están bajo intensa investigación, pero ya se habla de un hecho premeditado que pone en evidencia fallas graves en los protocolos de seguridad.

Un historial que ya sembraba miedo

Ricky Wassenaar no es un preso común. Su nombre quedó grabado en la historia carcelaria de Estados Unidos por su participación en el motín del 2004 en el complejo penitenciario de Lewis, en Buckeye, Arizona. En aquella ocasión, él y otro interno tomaron como rehenes a dos guardias penitenciarios durante 15 días. Fue uno de los episodios de toma de rehenes más prolongados que se hayan registrado en una prisión estadounidense.

Durante ese motín, Wassenaar utilizó un uniforme de guardia de cocina que consiguió tras reducir a un oficial con un arma casera. Este disfraz le permitió infiltrarse en una torre de vigilancia, un hecho que desató una situación de máxima tensión con cobertura nacional. Esa estrategia, digna de un thriller carcelario, dejó en evidencia su nivel de planificación y peligrosidad.

Un nuevo acto de violencia extrema

En este reciente ataque, que culminó con la muerte de tres internos, Wassenaar volvió a demostrar su capacidad para generar caos, incluso dentro de una prisión de alta seguridad. Tras el incidente, fue trasladado a una unidad aún más estricta en Florence, Arizona, donde permanecerá bajo vigilancia extrema mientras se desarrolla la investigación.

Las autoridades reaccionaron de inmediato, iniciando una investigación conjunta entre el Departamento Correccional de Arizona y la Oficina del Inspector General del ADCRR (Departamento de Correcciones, Rehabilitación y Reingreso de Arizona). Se busca esclarecer cómo un hombre con el historial de Wassenaar pudo perpetrar un ataque de tal magnitud sin ser detenido a tiempo.

Además, se suspendieron las visitas en la prisión por el resto del día viernes, como medida preventiva para garantizar la seguridad tanto del personal como de los familiares de los reclusos.

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