Las tallas extras son un negocio muy digno en la industria tanto de la moda como de la línea comercial en todo el mundo y es que los problemas de obesidad si bien son más notorios en algunos países están presentes en todo el mundo.

La ropa especialmente diseñada para obesos mórbidos o personas muy altas tiene su origen literalmente desde el inicio de la confección de prendas de manera natural, ya que por simple normalidad unas personas son mucho más grandes que otras.

Pero como tal el negocio de este tipo de tallas nace con mayor auge a mediados de los años 50 en Estados Unidos de América cuando con el regreso de los soldados de la segunda guerra mundial se afianza la idea de la vida sencilla y familiar de los suburbios en lo largo y ancho del territorio estadounidense.

Remarcar que el negocio ya existía y que personas muy grandes han existido siempre, pero el negocio cobró esa nueva etiqueta a partir del regreso de los soldados.

Aunque el término «plus size» o tallas extra se comenzó a usar desde la década de los veintes cuando la industria comercial intentó comenzar a incluir en modelos originales o líneas de ropa de moda a las personas más grandes.

Pero como todo en algún momento se convierte en negocio de influencia pública y en masa las tallas extra pasaron a formar parte también de la industria de la moda.

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A finales de abril del 2015 fue cuando revolucionó el concepto y gracias a redes sociales explotó la protesta especialmente de mujeres que exponen su descontento con los estereotipos de belleza en la industria de la moda.

Fue la marca «Lane Bryant» la que lanzó una campaña publicitaria que diera pie a una reestructuración del concepto y que popularizó las ahora famosas tallas extra bajo la leyenda «todas las mujeres son sensuales».

Entre otras campañas como la de «Perfect Body» se han intentado revelar al estereotipo de venta de las marcas de lencería y demás prendas que eligen cuerpos delgados y estéticos para lucir la ropa.

Hoy es casi una batalla entre lo moralmente correcto y lo estético aunque resulte contraproducente que se promueva el discurso social antes que la salud.