Reflexiones

El agua mágica para el rey

21/06/2019 - Hace 5 años en Internacional

El agua mágica para el rey

Reflexiones | 21/06/2019 - Hace 5 años
El agua mágica para el rey

Érase una vez en un antiguo reino, existió un rey que tenía tres hijos. Un buen día, el rey cayó bajo una terrible enfermedad, y con el paso del tiempo, perdió las ganas de comer, de reír y hasta de conversar. Preocupados por la salud de su padre, los tres príncipes buscaban cualquier remedio que ayudara a curarlo, pero todos sus intentos eran en vano.

Cuando ya no sabían qué hacer, se les acercó entonces un extraño anciano y les dijo lo siguiente: “Vuestro padre sufre una grave enfermedad, una enfermedad que sólo se cura con un agua mágica”. Y tan pronto como terminó de hablar, el anciano desapareció ante los ojos de los príncipes.

Sin dudarlo ni un segundo, el mayor de los hermanos ensilló su caballo y marchó a toda velocidad hacia el bosque. A mitad de camino, se tropezó con un duendecillo azul que cruzaba el camino justo en ese momento.

– ¿A dónde vas, jovenzuelo? – preguntó el duende.

– ¿A ti qué diablos te importa, enano? Quítate de mi camino – gritó el príncipe sin contemplación.

Pero aquel duende era una criatura mágica, y tanto se enfureció por aquella respuesta que maldijo al chico desviando su camino hacia un bosque encantado.

Al ver que su hermano no regresaba, el mediano de los príncipes decidió ensillar también su caballo y salir a buscar el agua de la vida para su padre. Cuando cruzaba el bosque a toda velocidad, volvió a aparecer de repente el duendecillo mágico.

– ¿A dónde vas, jovenzuelo?

– Aparta imbécil, no tengo tiempo.

El duende no pudo contener su enfado, y nuevamente lanzó una maldición.

Finalmente, el más pequeño de los hermanos también decidió probar su suerte, y tras ensillar su caballo partió por el mismo camino hacia el bosque. Al verlo acercarse, el duende azul salió a su encuentro.

– «¿A dónde vas, jovenzuelo?»

– He de buscar el agua mágica para curar a mi padre que está gravemente enfermo, pero no tengo la menor idea de dónde pueda encontrarla.

“Yo te lo diré”, exclamó el duende con alegría, pues finalmente alguien le había tratado con respeto y consideración. Tras una breve explicación, el príncipe entendió todo lo que tenía que hacer y se puso en marcha nuevamente. Así anduvo dos o tres horas caminando hasta llegar a un castillo embrujado en lo más profundo del bosque.

A la entrada de aquel castillo, existían dos leones enormes y feroces, pero el príncipe no tuvo miedo, pues el duende le había dado una varita mágica y dos panes. Con la varita mágica, el chico pudo abrir la puerta principal del palacio, mientras que los panes sirvieron para entretener a los leones.

Antes de entrar al lugar, el príncipe recordó entonces las palabras del duende: “A las doce de la noche, las puertas del castillo se cerrarán y quedarás atrapado para siempre. Date prisa y no demores en salir”. Y así lo hizo el valiente joven.

Tras atravesar un largo pasillo, el príncipe pudo encontrar finalmente la fuente del agua mágica, y sin tiempo que perder, recogió un poco de aquella agua en un frasco de cristal y se dispuso a salir del lugar a toda velocidad.

Camino de regreso, el príncipe se topó nuevamente con el duende, a quien agradeció por su gran ayuda y le pidió de favor que trajera de vuelta a sus hermanos. Como el duende no era un duende malo, liberó a los dos príncipes mayores, y regresaron los tres hijos para encontrarse con su padre.

Cualquiera puede ser agradable. Muchas personas tienen buenos modales. Pero la gentileza es esa rara especie de gracia que se transmite de una generación elegante a la siguiente.

Se gentil y amable en cualquier situación, verás que eso te ayudará.

«Con diamantes y dinero mucho se obtiene en verdad, pero con dulces palabras aún se obtiene mucho más.”

 

 

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