El día que te levantes
El día que te levantes pensaba yo en mi desesperada esperanza,
hacerte una fiesta con globos y piñata
y abrazarte como nunca fuertemente.
Pero te fuiste de este mundo así de repente
más yo seguía tan pero tan aferrada
a que Dios te devolvería conmigo y nada…
Cuando te trajeron en el cajón, ahí sentí
Que ya nada tendría sentido para mí.
«Tienes a tu madre, tienes a tu hijo»,
decía la gente que venía a verte
a cerciorarse de que era cierta tu muerte,
porque nadie, nadie lo podía creer.
Ni tantas oraciones, ni rosarios que recé,
ni que de rodillas al cielo tanto clamé
nada pudo levantarte ya viejito
es que eras demasiado bueno para Diosito
que decidió llevarte para siempre a su lado,
nos dejó alma y corazón destrozados
y solo rogamos que ya goces de su gloria.