Lo que no decimos
Me gusta mirarte cuando no te das cuenta, porque es el único momento en el que puedo expresarte sin palabras ni acciones, lo que siento por ti.
Hay tantas cosas que no decimos y tanto que no nos demostramos, que a veces dudo de si tendremos un futuro el uno al lado del otro. Solemos tener conversaciones largas, a veces discutimos, en ocasiones hacemos como si aún estuvieramos esperando a esa persona indicada, a pesar de que hace mucho tiempo lo hicimos.
Lo sabemos, pero actuamos como si no fuera cierto. Ignoramos el latido del corazón acelerado, la sensación cálida que nos inunda desde dentro; pretendemos que todo transcurre de manera normal. Me pregunto en mi cabeza porque decidimos no hacer caso de todo esto, ¿no sería más fácil aceptar lo que sucede entre ambos?
La respuesta es algo que me consterna aún más, ya que nunca es exacta. Puede que lo echemos a perder y las cosas nunca sean más de la misma forma. Tal vez signifiqué el comienzo de algo único y maravilloso. Quizá funcione por un tiempo y más tarde las cosas vuelvan a la normalidad. De vez en cuando creo que no lo sabré nunca. Aunque presiento que la contestación esta tan cerca de mí…
¿Sabes a dónde van las palabras que no se dijeron?
¿A dónde va lo que quieres hacer y no haces?
¿A dónde va lo que quieres decir y no dices?
¿A dónde va lo que no te permites sentir?
Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido, pero lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, nos llena el alma de gritos mudos.
Lo que no decimos se transforma en insomnio, en dolor de garganta.
Lo que no decimos se transforma en nostalgia, en destiempo.
Lo que no decimos se transforma en debe, en deuda, en asignatura pendiente.
Las palabras que no decimos se transforman en insatisfacción, en tristeza, en frustración.
Lo que no decimos no muere, nos mata…