Reflexiones

Soltar… Liberar

26/07/2019 - Hace 5 años en Internacional

Soltar… Liberar

Reflexiones | 26/07/2019 - Hace 5 años
Soltar… Liberar

Parece que los surcos por los que solemos discurrir se van haciendo más profundos con el tiempo, hasta que tenemos la sensación de que no hay escapatoria. Pues bien, no tiene por qué ser así. Existe una escapatoria: Soltar.

Una de las muchas maneras que tenemos de generar desencanto, infelicidad y juicios equivocados es aferrándonos a pensamientos y sentimientos que nos limitan. No es que el «aferrarse» sea inadecuado en sí mismo. Es algo perfectamente apropiado en muchas situaciones. Por ejemplo, ni se me ocurriría aconsejar que no te aferraras al volante del coche que vas conduciendo, o a la escalera por la que subes, evidentemente, las consecuencias serían nefastas. Pero ¿te has aferrado alguna vez a un punto de vista que no te convenía?, ¿Te has aferrado a una emoción pese a que no pudieras hacer nada para satisfacerla, enderezarla o cambiar la situación que parecía provocarla? o ¿Te has aferrado a la tensión o la ansiedad una vez pasado ya el hecho inicial que las produjo?.

¿Qué es lo contrario de aferrarse?

Pues «soltarse», por supuesto. Tanto el aferrarse como el soltarse forman parte del proceso natural de la vida.

Soltar, o Liberar, es una capacidad natural con la que todos nacemos, pero cuyo uso se nos va condicionando a medida que nos hacemos mayores. Donde la mayoría nos quedamos estancados es en el hecho de que no sabemos cuándo corresponde soltarse y cuándo aferrarse. Y muchos optamos erróneamente por lo segundo, a menudo en nuestro propio detrimento. Hay unos pocos sinónimos de aferrarse y soltarse que probablemente esclarecerán bastante este punto: cerrar y abrir, por ejemplo. Cuando lanzamos una pelota, hay que mantener la mano cerrada a su alrededor durante buena parte del movimiento que hace el brazo. Pero si no abrimos la mano y soltamos la pelota en el momento preciso, ésta no llegará a donde queríamos que fuera. Hasta podríamos hacernos daño.

Es interesante señalar el componente emocional del aferrarse y el soltarse, y el grado en que nuestros sentimientos afectan a nuestro cuerpo. Cuando reprimimos nuestras emociones, en vez de permitirnos experimentar plenamente nuestros sentimientos en el momento en que aparecen, aquéllas persisten y nos incomodan. Al evitar nuestras emociones, impedimos que fluyan a través de nosotros, transformándose o disolviéndose, y esto no parece bueno.

Cualquier emoción que llegue a la conciencia y no se suelta, inmediatamente se almacena en una parte de la mente llamada el subconsciente. En gran medida reprimimos nuestras emociones escapando de ellas. Apartamos de ellas la atención lo suficiente para poder conseguir que retrocedan.

El punto de equilibrio y la alternativa natural a la represión y la expresión inadecuadas es la liberación, o el soltar, lo que llamamos Método Sedona. Es el equivalente a bajar la intensidad del calor y empezar a vaciar de manera segura el contenido de nuestra olla a presión interna. Dado que todo sentimiento reprimido intenta salir a la superficie, liberar no es más que detener momentáneamente la acción interna de mantener cerrados esos sentimientos y dejar que afloren, y ya verás con qué facilidad lo hacen con la fuerza de su propio vapor.

Cuando uses el Método Sedona descubrirás que eres capaz de reprimirte o expresarte libremente y en el momento adecuado, y te darás cuenta de que con más frecuencia optarás por el punto de equilibrio, la tercera opción del soltar. Es algo que ya sabes cómo hacer.

El proceso de la liberación

Si repasas tu vida, seguramente recordarás muchos casos en que te liberaste. Por lo general, nos liberamos, soltamos o nos soltamos, por accidente o cuando nos vemos acorralados, sin otra alternativa. A medida que te centres en despertar de nuevo y fortalecer esta capacidad natural que anida en tu interior mediante la práctica del Método Sedona, sabrás someter a tu control consciente el proceso de liberación y convertirlo en una opción viable e ntu vida cotidiana, incluso en días como el descrito anteriormente.

Muchas veces creemos que un sentimiento se aferra a nosotros. Y no es verdad… siempre tenemos el control, lo que ocurre es que no lo sabemos. Decide soltarlo.

 

 

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