Un amigo es un tesoro que hay que cuidar
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, dice el refrán. Y no puede ser más cierto. La amistad importa. Es uno de los factores que suman a nuestra vida, y mucho. Se dice que un amigo es un tesoro, un regalo que nos hacemos a nosotros mismos. La confianza, la honestidad y la autenticidad es algo que compartimos mutuamente con un amigo de verdad.
La amistad es una complicidad en la que el lenguaje no son tan solo palabras, sino significados. Es una relación de apoyo y aliento mutuo en la que se toleran los defectos y se acepta incondicionalmente sin importar las circunstancias o lo que pueda estar pasando.
¿Cuál es el verdadero significado de la amistad? Difícil describirlo. Podría ser un entendimiento cargado de afecto que se da entre dos personas de manera única y particular. Ese que nos ayuda a definirnos a nosotros mismos y a dar también significado a nuestras vidas.
Un amigo es un tesoro, sin duda, pero determinar una definición única es complejo, ya que existen diferentes categorías de amistades. No hay duda de que son relaciones únicas… No obstante, la perspectiva psicológica entiende la amistad desde el ámbito socioemocional y esta se caracteriza por la interdependencia de la relación.
Amistad aristotélica
Aristóteles se interesó profundamente por el concepto de amistad. Según él, la amistad es la manera más liviana y más sincera de ser tocado por Eros. La clasificó en tres tipologías: funcionales, accidentales e intencionales.
La alianza entre dos grandes naturalezas
Ralph Waldo Emerson nos ofrece un aspecto diferente sobre la amistad, algo más realista. Según Emerson la verdadera amistad no requiere virtudes. Sería algo así como una bella mezcla de semejanzas y disparidades que nos une a la otra persona. Visto así, no hay duda que un amigo es un tesoro.
Además, habría una condición imprescindible para que se diera la autentica amistad entre dos personas: la capacidad mutua de prescindir de ella. Emerson denomina a los amigos como la alianza entre dos grandes y formidables naturalezas que se contemplan mutuamente y reconocen la profundad identidad de cada uno. Se siente unidos a pesar de las disparidades.
La familia que elegimos
En cierta manera, nuestro círculo de amistades son la familia que elegimos. De uno u otro tipo, la amistad genera fuertes alianzas y respeto mutuo. Son relaciones en las que las personas se involucran voluntariamente. La familia de sangre no siempre resulta ser con quien nos identificamos.
Existen dos tipos de factores por los que nos guiamos en la elección de nuestros amigos potenciales, los factores individuales y los factores ambientales. Dentro de los primeros se encuentran influencias como nuestras habilidades sociales, la similitud y la accesibilidad de cada uno.
Los factores ambientales son también importantes a la hora de definir una amistad y entre ellos influyen decisivamente los eventos de la vida, la proximidad geográfica y la preferencia por determinadas actividades.
Parece que los estudios acerca de estos aspectos demuestran que nos decantamos por amigos en los que creemos encontrar similitudes con nosotros mismos y con un tipo de personalidad que nos permita disfrutar de su compañía. Todo parece indicar que estos términos que nos llevan a encontrar amistades disminuyen potenciales conflictos en la relación.
Una relación sin máscaras
Dicen que cuando los amigos son de verdad los muros no existen y uno se comporta tal y como es realmente, sin miedo. Son personas que nos conocen bien, incluso a veces mejor que nosotros mismos. Se puede hablar de cualquier cosa y la relación que se construye define de alguna manera quienes somos.
Un amigo es un testigo de nuestra vida, es el testimonio vivo de lo que nos sucede. Son espejos en los que nos reflejamos y un refugio basado en el amor y el respeto. Sacan lo mejor de nosotros y conocen lo bueno, lo malo, lo bello y lo feo que llevamos dentro.