Armar un espacio de trabajo o estación de entretenimiento no es nada si no lo acompañamos de una buena silla. No importa si tienes el equipo más poderoso o eficiente y los periféricos más modernos, tu espalda también merece que la concientas.

Habiendo tantas marcas y modelos, existen dos que se ponen por encima del resto: las sillas gamer y las sillas de oficina. Las primeras recibieron un boom desde la popularización masiva de los streamers y el auge de los deportes electrónicos.

Mientras tanto, las otras han estado desde el inicio de la computación y son una alternativa viable para mucha gente. Ambas cumplen la misma función, dar soporte a la espalda y hacer que nuestro tiempo frente a la computadora pase lo más cómodo posible.

Es entonces cuando entra la duda, ¿debería comprar una silla gamer o quedarme con una silla de oficina tradicional? Como todo, la respuesta depende de tus preferencias y gustos, pero antes que los colores bonitos o el aspecto empresarial, deberías considerar cuál le hace mejor a tu espalda.

Las sillas gamer

Y es que en el tema de la ergonomía hay una discusión acalorada. Durante un tiempo se hablaba de que las sillas gamer no ofrecían un buen soporte a la espalda y que usarlas implicaba un riesgo de contracturas bastante elevado.

Esta información fue desmentida poco a poco por los fabricantes, quienes empezaron a preocuparse más por ofrecer una buena silla que en llenarla de la estética gamer.

Ahora es seguro decir que las sillas gamer tienen la calidad que se espera, siempre y cuando se obtengan de fabricantes con reputación.

Las sillas de oficina

Las sillas de oficina son las viejas confiables. Muchos estamos acostumbrados a sus formas y estilo. Estas siempre se han visto como sinónimo de comodidad. Después de todo, si es lo que utilizan los oficinistas durante tantas horas al día, no puede ser un mal producto.

Pues la realidad es un poco más complicada. Si nos limitamos a las sillas más baratas y típicas de una oficina promedio, nos encontraremos ante un auténtico martirio. No es solo que sus materiales sean frágiles, sino que también no poseen un soporte lumbar adecuado, lo cual siempre se traduce como lesiones potenciales.

En ambos casos todo depende de la calidad de su construcción. Una buena silla no es especialmente barata, pero deja de ser un capricho cuando nuestra comodidad en el trabajo depende de ella.

Sea cual sea tu decisión, lo mejor es preguntar recomendaciones, investigar por cuenta propia y ver reseñas de usuarios en internet. De esta forma harás una compra bien pensada y tu espalda no sufrirá las consecuencias.

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