Después de un parto y de la hermosa noticia de la llegada de un bebé, no todo es color de rosa, pues seguramente al querer hacer el amor, tendrán algunas dificultades o falta de deseo o apetito sexual.
Este es un problema común en las parejas heterosexuales y se llama «atrofia de la lactancia», que no solo afecta el deseo, sino también el placer y la excitación en las relaciones sexuales que impliquen penetración.
Durante el embarazo, se han producido una serie de cambios en la sexualidad de la mujer, y también en su cuerpo. Las dosis de estrógenos y progesterona son muy elevadas, produciendo, entre otros factores, una serie de cambios en los genitales de la mujer embarazada.
Una vez que se produce el parto, si la mujer está amamantando, nos encontramos con nuevos cambios hormonales que influyen en la sexualidad. Con la lactancia, los estrógenos, la progesterona y la testosterona caen en picado, y se segregan altas dosis de prolactina, todo lo cual dificulta el deseo erótico y produce transformaciones en el organismo, como adelgazamiento y aumento de la fragilidad de las paredes vaginales, y la sequedad vaginal, que se suelen traducir en irritación, escozor y molestias vaginales durante la penetración.
A menudo se afirma que una mujer que da el pecho, hormonalmente se asemeja una mujer en la menopausia. Si la mujer que ha dado a luz no amamanta, al cabo de unas semanas (seis o siete usualmente) vuelven a retomar sus ciclos menstruales y el epitelio vaginal recupera el estado previo al embarazo. Pero si la mujer amamanta, puede encontrarse con molestias inesperadas en los coitos, incluso dolor en los mismos.
Si este problema persiste en la cama, te aconsejamos busques la ayuda de un sexólogo o sexóloga.