“Él se llama César, yo me llamó Fer y me decía ‘señito Fer’ y Moni, mi mejor amiga se reía… Empezó como de hola y después, cada que nos veía se acercaba para saludarnos de mano”

Sin embargo, todo se salió de control cuando en una de las tareas le dejaron mostrar interés en personas que formaban parte de su día a día pero con quien no convivía habitualmente.

“Una vez en la materia de humanidades nos dejaron una actividad que era como involucrarte más o hacer más conexión con alguien que estaba casi en todos tus días, pero que tú ni topabas tipo la señora de la cafetería o el del estacionamiento, cosas así. Y yo dije ‘ay, qué bonita actividad, la voy a hacer con César, el viene viene’ Era entrevistarlo y preguntarle de su vida”

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Ante ello, encontró en el ‘viene, viene’ César, un apoyo para lograr su trabajo.

Un día le dije: ‘Oye, César, tenemos una actividad de la escuela, ¿te puedo entrevistar?’ y él así de ‘sí, señito Fer’. Ahí empezó lo raro, lo entreviste, le invité un café y lo hice por buena onda y yo creo que él dijo ‘de aquí soy, ella quiere conmigo’ no sé, pero desde ahí estuvo raro”.

Añadió que tras aquella cita, él la invitó en reiteradas ocasiones a salir, y ella no pudo decirle que no porque tiene un «corazón con patas»; incluso algunas veces le decía que se veía muy guapa y ya no sabía como «quitarselo» de encima.

Finalmente, la cita se canceló porque era el día en que ocurrió el sismo del 19 de septiembre, y hasta ahora perdió total comunicación con él.