Una escena de pesadilla conmocionó a Colombia. En pleno corazón rural de Jamundí, en el departamento de Valle del Cauca, un grupo armado ingresó violentamente a una vivienda para secuestrar a un menor de tan solo 11 años. El caso desató una ola de indignación, miedo y urgencia, mientras las autoridades locales desplegaron un fuerte operativo para dar con el paradero del pequeño, identificado como Lyan José Hortúa Bonilla.

Los hechos ocurrieron la noche del 3 de mayo, cuando varios hombres encapuchados y fuertemente armados irrumpieron en la casa del menor, intimidando a los presentes con armas largas. Las cámaras de seguridad captaron el momento exacto en el que los secuestradores recorrieron el domicilio en busca de su objetivo, generando una atmósfera de caos y terror.

Tras ubicar al niño y a su niñera, los delincuentes procedieron a llevárselos a ambos por la fuerza. Además, se apoderaron de un vehículo de la familia, en el que emprendieron la huida. Horas más tarde, la niñera fue hallada con vida, abandonada en una zona cercana, pero sin rastro alguno del menor, quien continúa desaparecido.

El ministro de Defensa colombiano, Pedro Sánchez, fue contundente en sus declaraciones, calificando el hecho como un acto de terror sin precedentes. Acusó al grupo criminal Jaime Martínez, una de las facciones más peligrosas en el suroccidente del país, como principal sospechoso del secuestro. Su líder, alias «Marlon», fue  señalado como un objetivo prioritario por las autoridades.

“Secuestrar a un niño de 11 años es cruzar todos los límites del horror”, expresó Sánchez, quien también confirmó que el menor se encuentra en manos de una organización armada.

Hasta ahora, no se ha producido ninguna exigencia de rescate, lo que intensificó la incertidumbre en torno a las motivaciones detrás del crimen. Las investigaciones siguen abiertas, y el paradero del menor continúa siendo un misterio angustiante para su familia y toda la comunidad.

Aunque las autoridades han preferido mantener en reserva los datos personales de los padres de Lyan José, diversas versiones periodísticas apuntan a que la familia estaría relacionada con la venta de joyas, y que su padre sería un joyero reconocido en la región. También se especuló que alguno de sus familiares podría estar vinculado al mundo del contenido digital o influencer, aunque estas afirmaciones no han sido confirmadas oficialmente.

La Gobernación del Valle del Cauca ofreció una recompensa de hasta 200 millones de pesos colombianos (aproximadamente un millón de pesos mexicanos) para quien pueda aportar información que lleve al rescate del niño. La comunidad, entre tanto, reaccionó con indignación, compartiendo el video del secuestro en redes sociales y exigiendo una respuesta inmediata de las autoridades.

Mientras las autoridades intensifican los operativos en la región, el país entero permanece en vilo. Cada hora que pasa sin noticias de Lyan José aumenta la angustia de sus seres queridos y de una sociedad entera que no puede comprender cómo un niño pudo convertirse en el blanco de una acción tan atroz.

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