Con la temporada de lluvias, las enfermedades gastrointestinales presentan un incremento debido a la ingesta de «alimentos llovidos», según afirma el Dr. René Cristóbal Crocker Sagastume, investigador del Instituto Regional de Investigación en Salud Pública del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS). Este fenómeno se refiere a la contaminación de alimentos por toxinas y patógenos que la lluvia transporta desde la atmósfera y el suelo hacia las cosechas.
El Dr. Crocker explicó que, aunque la lluvia es vital para el crecimiento de las plantas al proporcionar agua, humedad y nitrógeno, también puede arrastrar contaminantes presentes en el ambiente, como polución, herbicidas y excremento, lo que afecta la bioseguridad de los alimentos. La falta de medidas sanitarias adecuadas en muchos campos de cultivo agrava el problema, permitiendo que bacterias, hongos y virus prosperen en condiciones húmedas.
La contaminación no solo afecta frutas y verduras, como acelgas, lechugas y mangos, sino también productos marinos y carnes. Las lluvias pueden transportar todo tipo de contaminantes hacia los alimentos, resultando en enfermedades como diarrea y escherichia coli, especialmente en niños con problemas de inmunidad.
El investigador enfatizó la importancia de tomar precauciones al manipular alimentos, recomendando lavarlos con agua potable y mantenerlos refrigerados. También sugirió estar conscientes de los procesos de producción agrícola y de los posibles contaminantes que podrían afectar la calidad de los alimentos.
Para reducir el riesgo de enfermedad, es crucial desinfectar adecuadamente los productos y evitar consumir aquellos que muestren signos de deterioro visible