El pozol, una bebida muy tradicional y deliciosa, está hecho con masa de maíz, cacao molido y otros ingredientes a los que se agrega agua fría.
La tradición en Tabasco dice que debe colarse y servirse en jícaras labradas en Jalpa de Méndez, en Centla o Zapata.
Los habitantes costeros suplen las jícaras con cubiertas de los cocos en los que se sirve el pozol.
Para mitigar la sed bajo las palmeras que danzan al silbido del viento.
Quienes preparan el pozol saben de los beneficios nutricionales, ya que da energía y quita la sed, por lo que es ideal para los viajeros.
¿Cómo se prepara el pozol?
Se ponen a cocer cuatro botes de maíz durante dos horas para obtener seis botes de nixtamal que son pasados a los molinos, donde se hace la molienda del cacao.
Molido el nixtamal y el cacao se mezclan en una sola masa, esto constituye el pozol.
El cliente puede pedir la masa del pozol por kilo o la bebida en jarra ya preparada.
Quienes prefieren comprar masa tienen la opción de hacer memelas, tamales, dulces, empanadas o panuchos.
El placer de preparar esta bebida
En Villahermosa, Tabasco, Rosa Ramírez Álvarez y Johana Peña Sánchez atienden los molinos, amasan y dan forma a las empanadas y panuchos.
Rosa María Sánchez León se encarga de freírlos.
Con la satisfacción de su laboriosa actividad envuelta de vapor de nixtamal, olor y sabor del cacao, vainilla y otros ingredientes.
El pozol en la época prehispánica
En la época prehispánica, el pozol fue muy apreciado entre los antiguos habitantes de estas tierras por ser un nutriente de resistencia para los viajeros indígenas.
Éstos sabían de su importancia porque alimentaba, mitigaba la sed en estas zonas de mucho calor y perduraba sin echarse a perder.
Su preparación requería de las virtudes culturales y la sapiencia de las mujeres quienes elaboraban el pozol en sus piedras de moler.
Por las famosas rutas de agua, por las zonas selváticas y en los caminos reales del sureste mexicano, el viajero indígena llevaba como todo alimento algunas tortillas de maíz y pozol.
En viajes largos, la masa del pozol combinada con agua fue sustituida por el pinole que solían llevar consigo.
No era exclusivo para viajeros. Era un alimento que no faltaba en el hogar.
Para salir a trabajar en sus tierras de cultivo distantes de sus casas, las familias indígenas, antes del amanecer, ya estaban en camino llevando consigo el pozol que era consumido en el transcurso de una o varias jornadas.