En un nuevo intento por llegar a Estados Unidos antes de la investidura de Donald Trump el 20 de enero, una caravana migrante de cerca de 1.500 integrantes partió este jueves de la frontera sur de México, desafiando las restricciones impuestas por el Gobierno mexicano.
La salida del grupo se produjo en el parque Bicentenario en Tapachula, la mayor ciudad de la frontera sur de México, donde el director del Centro de Dignificación Humana (CDH), Luis Rey García Villagrán, instó a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, a permitir el avance de los migrantes.
«Consideramos que el mayor problema son las diferencias políticas entre la doctora Claudia Sheinbaum y el presidente (electo) Donald Trump«, señaló el activista a EFE, destacando la preocupación por las medidas prometidas por Trump, como deportaciones masivas y restricciones al asilo.
El venezolano César Eduardo Milano, quien se unió a la caravana, compartió su experiencia al intentar avanzar con un permiso individual, siendo abordado por desconocidos que lo despojaron de sus pertenencias.Ante esta situación, decidió unirse al grupo en busca de seguridad y protección.
A pesar de las promesas de la mandataria mexicana de ofrecer opciones para que los migrantes no abandonen el sur de México, muchos de ellos expresan su escepticismo.
Erika Murcia, también de Venezuela, mencionó que se unió al grupo debido a la falta de permisos por parte de las autoridades para viajar en autobús hacia su destino final.
Agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) intentaron detener la salida de los migrantes, ofreciéndoles un permiso provisional para transitar únicamente en el estado de Chiapas, pero el grupo decidió continuar su camino hacia el norte en busca de una oportunidad de trabajo y una vida mejor en Estados Unidos.