La diputada de Morena, Mónica Fernández César, ha presentado una iniciativa que busca reformar el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con el objetivo de promover la educación sexual y reproductiva integral como una medida preventiva contra los embarazos en adolescentes.
Esta propuesta busca que la educación en este ámbito sea impartida por expertos en la materia, con el fin de abordar de manera eficaz una problemática pública en México. La iniciativa de la diputada Fernández destaca que el embarazo en adolescentes representa un desafío urgente que requiere soluciones inmediatas.
Este fenómeno tiene consecuencias significativas en la vida de los jóvenes, sus familias y en la sociedad en general. Se señala que este problema está vinculado a diversos factores, como los culturales, económicos, académicos, sociales y la falta de acceso a servicios de salud, entre otros.
Embarazo adolescente en México
Según el Instituto Nacional de las Mujeres, México lidera en términos de embarazo adolescente entre los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de entre 15 y 19 años.
Esta situación pone en peligro la vida tanto de las adolescentes como de sus bebés, ya que las menores tienen un mayor riesgo de complicaciones durante el embarazo y el parto, en comparación con mujeres de mayor edad.
Además de las implicaciones a nivel de salud, el embarazo en adolescentes puede tener un impacto negativo en los ingresos presentes y futuros de las familias, limitando las oportunidades de movilidad social y acceso a empleos dignos.
Asimismo, se ha observado que las hijas e hijos de madres adolescentes enfrentan mayores probabilidades de experimentar problemas de salud, dificultades académicas y situaciones de pobreza, lo que perpetúa un ciclo de marginación difícil de romper.
Ante esta problemática, la diputada Fernández subraya la importancia de implementar políticas públicas preventivas, como la educación sexual integral. Según la Organización Mundial de la Salud, la educación sexual integral debería iniciarse desde los cinco años de edad, con un enfoque que vaya más allá de lo biológico y anatómico, para abordar también aspectos emocionales y sociales clave en la prevención del embarazo en adolescentes.