El caso de Julio César Cervantes ha conmocionado a la sociedad mexicana, luego de que su cuerpo terminara siendo utilizado como objeto de práctica en la Escuela Superior de Medicina del IPN. Esta situación, denunciada por sus familiares, ha levantado una ola de indignación y reclamos de justicia.
Julio César, de 49 años y con discapacidad mental, desapareció en 2021 después de salir de su casa en la alcaldía Álvaro Obregón para ir a la tienda. Su familia reportó de inmediato su desaparición, emprendiendo una búsqueda incansable y denunciando la falta de acción de las autoridades locales.
Su cuerpo fue donado
A 10 meses de su muerte, agentes de investigación finalmente informaron a la madre de Julio, Laura Cabañas, que habían encontrado el cuerpo de su hijo. Sin embargo, la sorpresa y el dolor se convirtieron en indignación cuando se enteraron de que el cadáver de Julio había sido donado al IPN y utilizado para prácticas de estudio, pese a que existía una ficha de búsqueda activa.
El colectivo de madres buscadoras Una Luz en Tu Camino lamentó que entre la localización del cuerpo y la notificación a la familia, el IPN hubiera sometido al cadáver de Julio a tratamientos que impedían su identificación y causaban revictimización a sus seres queridos.
Ante esta situación, la familia Cabañas se manifestó frente al Instituto de Ciencias Forenses capitalino para exigir la entrega inmediata del cuerpo de Julio y poder darle una despedida digna. Tras intensas gestiones, la Secretaría de gobierno de la Ciudad de México se comprometió a realizar exámenes de ADN y entregar el cuerpo este lunes.
Cuerpos no identificados
Jaqueline Palmeros, vocera de Una Luz en Tu Camino, destacó la importancia de que las autoridades revisen los registros de cuerpos no identificados que han sido donados a instituciones educativas como el IPN, a fin de evitar que casos como el de Julio se repitan en el futuro.
En una mesa de diálogo programada para el 22 de noviembre, se buscará establecer un cruce de datos entre personas desaparecidas y cuerpos desconocidos en el Incifo y la fosa común del Panteón Civil de Dolores.
Esta historia recuerda el caso de Pedro Bribiesca, también reportado como desaparecido y cuyo cuerpo fue donado al IPN antes de ser sepultado en la fosa común. Ambos casos evidencian la urgente necesidad de garantizar el respeto a la dignidad de las personas desaparecidas y de sus familias, así como de mejorar los protocolos de identificación de cuerpos no identificados en instituciones forenses.