Estoy lejos de estar completo. Soy un manuscrito sin terminar, acumulando polvo en un estante olvidado.

Soy simplemente la mitad de un lienzo, pintura salpicada que aún no es una obra maestra. Y eso está bien conmigo. ¿Por qué querría estar completo? Eso significaría que el mundo se acabó conmigo.

Todavía no he sido esculpido a la perfección, mis detalles finos aún están por esbozar. No quisiera precipitar el proceso de perfección, no deseo que mi metamorfosis sea instantánea.

Quiero que el mundo se tome su tiempo conmigo. Enseñarme lecciones que me formarán en la versión final de lo que seré.

Me importa muy poco la perfección inmediata. Sé que la sociedad está obsesionada con hacerlo bien desde el principio y lo siento si parezco farisaico, pero estás equivocado.

La vida se trata de vivir. Vivir es intentar. Probar y aprender; nunca fallando Fallar sugiere que no salió nada de eso. Siempre hay un propósito, siempre una lección que aprender.

Esta obsesión por la perfección solo te causará dolor; hablo por experiencia.

Yo también quería todo, ahora. Casi lo exigí, tratando de manifestarlo a mis pies. Pero no es así como funciona esto.

Si crees que esa es la verdad incuestionable, no vivirás. Ver las lecciones como fracasos solo llenará tu vida de frustración y miseria. La perfección solo es alcanzable cuando nuestros manuscritos están completos.

La perfección está dentro de esa obra maestra terminada.

Vivir es intentar. Esas lecciones que ves como imperfecciones, son las palabras que llenan tus manuscritos y las pinceladas que crean tu obra maestra.

Probar es el sentido de la vida. Porque somos humanos.

Los humanos no son perfectos. Nunca tenemos siempre la razón y los errores son los que nos hacen individuos.

Tu alma es una constelación de imperfecciones. Imperfecciones que resultaron de toda una vida de intentos.

Y tal vez la perfección no sea alcanzable cuando lleguemos a nuestras conclusiones; no en la forma en que crees que es la perfección. La perfección es cuando has aprendido y absorbido todo lo posible que la vida tenía para ofrecerte.

La perfección es cerrar los ojos por última vez, acumulando cada imperfección que acumulaste a lo largo de los años. La perfección es haber pasado toda la vida intentándolo. Esta soy yo dedicándome a intentarlo.

Tratando de aprender de esas dulces imperfecciones que me comprometo a amar. Este soy yo tratando de disfrutar el proceso de escritura de mis capítulos. Este soy yo tratando de vivir.