Mañanas más lentas, días más dulces
Comienza tus días lentamente.
Que sea el sol el que te despierte después de la luna que te abrazó.
Permite que tus ojos se abran suavemente a la luz de un nuevo comienzo.
Permite que tus extremidades se muevan con facilidad mientras despiertas tu cuerpo gradualmente.
Permite que tus pulmones tomen aire durante el día sin expectativas.
Y luego pausa.
Haz una pausa para sentir su cabeza acunada contra la almohada que contiene todos tus sueños.
Haz una pausa para sentir cómo tu cuerpo se hunde en el colchón que te sostiene mientras duermes.
Haz una pausa para sentir tu piel contra las sábanas que te abrazan mientras descansas con la luna.
Haz una pausa para ponerte a tierra en tu espacio sagrado y saber que estás retenido y que estás a salvo.
Entonces pregúntate, ¿cómo me siento hoy?
¿Qué necesito hoy?
Pero no te levantes de inmediato para averiguarlo.
Sumérgete en la mañana sentándote contigo mismo. Ten una conversación con tu corazón antes de tener una con alguien más.
Tómate un café con el alma en la cama y escucha lo que pasa por tu cabeza.
Haz una pausa para encontrar la quietud antes de salir a la locura de la vida diaria.
Alinea los latidos de tu corazón con la brisa del viento contra la ventana de tu dormitorio.
No temas volver a cerrar los ojos y meditar en los sueños en los que estabas flotando.
Comienza tu día con intención, antes de completar el día con colores y contraste.
Comienza el día con una pizarra nueva, donde puedes decidir lo que necesitas para mantener el equilibrio.
Ten en cuenta cada paso y cada parte de tu cuerpo que pueda necesitar más descanso o un estiramiento más profundo.
Recuerda que estás a salvo, estás seguro y estás aquí para hacer cosas maravillosas en este mundo.
Pero no hay necesidad de apresurarse. No hay razón para apurarse toda la mañana cuando recuerdas lo que significa estar vivo.
Enciende un poco de incienso, toca música a tu gusto, baila al ritmo de tu corazón y deja fluir la mañana.
Deja ir las preocupaciones del día anterior y muévete con compasión en tu alma.
Descubre la gratitud por las pequeñas cosas como el olor de tu café o los calcetines en tus pies.
Y cada vez que vayas a hacer algo pregúntate: ¿esto sirve a mi yo más profundo?
¿Esto alimenta la luz dentro de mí? ¿Esto me hace sentir libre?
Encuentra la libertad de vivir intencionalmente y comienza tus mañanas lentamente.