Para sobrevivir a tu vida vas a tener que rendirte a ella. Vas a tener que luchar y hacer las paces simultáneamente con el hecho de que no tienes el control total de la vida y las vidas que te quedan por vivir.

Vas a tener que perdonar a todas las personas que solías ser. Vas a tener que dejar que la vida te quite a las personas, y seguro que tendrás que dejar que te las dé también.

Vas a tener que llevarte el dolor contigo mientras cierras puertas que ya no sientes como tuyas. Vas a tener que dar un paso hacia lo desconocido, de mala gana.

Vas a tener que amar a las personas desde lejos, y seguir amándolas cada vez más a medida que te alejas de ellas.

Vas a tener que entrar en cosas nuevas, cosas que se sientan más como la luz del sol.

Vas a tener que tocar las cosas que te hacen sentir renovado, limpio.

Vas a tener que dejar que se empañen los planes que tenías para tu vida. Vas a soportar sentirte derrotado y luego vas a tener que seguir moviéndote.

Tienes que dejar que la vida te suceda mientras todavía estás aquí para vivirla. Vas a tener que dejar ir todo lo que piensas y pensabas que querías. Vas a tener que sentir cosas diferentes hasta que sepas con certeza a dónde debes ir y dónde debes quedarte. Vas a tener que llorar y afligirte y amar y permitirte estar desnudo con la gente de maneras que significan más que simplemente quitarte la ropa.

Encuentra la paz al saber que estás aquí, al sentir los latidos de tu corazón. Encuentre esperanza al saber que hay mucho que aún no se ha desentrañado, cosas que se sentirán tan bien cuando lleguen aquí. Encuentra el amor en los momentos suaves cuando estás sosteniendo su mano cuando las partes más solitarias de ti finalmente sienten que tienen un amigo. Encuentra la cordura en rendirte, en dejar ir cada pensamiento, sentimiento y recuerdo que te impide estar aquí ahora mismo. Si vas a sobrevivir a tu vida, tendrás que rendirte a ella.