El tequila es uno de los símbolos más representativos de la cultura mexicana y un embajador de su identidad a nivel internacional. Originario del estado de Jalisco y algunas regiones de Nayarit, Michoacán, Guanajuato y Tamaulipas, esta bebida se produce a partir del agave azul, una planta icónica del paisaje mexicano.

Con Denominación de Origen desde 1974, el tequila es parte fundamental de las tradiciones y celebraciones en México, asociado a fiestas, música mariachi y gastronomía local. Más allá de sus raíces culturales, tiene una creciente importancia económica, siendo uno de los principales productos de exportación del país. Según el Consejo Regulador del Tequila, millones de litros se exportan cada año, principalmente a Estados Unidos, Europa y Asia.

Hay muchos tipos de tequila, dos de los más famosos son el reposado y el blanco, pero ¿cuál es el mejor de los dos?

Taste Atlas, enciclopedia gastronómica que califica los sabores del mundo, tiene muy bien valorado a México como uno de los países con las más deliciosas preparaciones.

También ha calificado bebidas alcohólicas, y por supuesto, al tequila. Sobre el tequila blanco, Taste Atlas dice:

“El blanco es una variedad de tequila transparente que no suele madurar y nunca adquiere color. Poco después de la destilación, se diluye hasta alcanzar la concentración potable y luego se embotella inmediatamente”.

Al tequila blanco, Taste Atlas le da 4.1 estrellas de 5.

También describe así al tequila reposado: “Reposado es una variedad de tequila que ha sido envejecido durante un mínimo de dos y un máximo de doce meses, generalmente en roble francés o americano. Este tequila se caracteriza por un color dorado pálido y un suave sabor a agave. Es elogiado por su complejidad y un gran y sutil equilibrio de aromas de agave y madera”.

El reconocimiento global del tequila se traduce en su inclusión en cocteles internacionales como la margarita, consolidando su presencia en la mixología contemporánea. Asimismo, su relación con la identidad mexicana lo llevó a ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en 2006, junto al paisaje agavero. Esto lo posiciona no solo como una bebida, sino como un símbolo cultural que celebra la riqueza histórica de México y su impacto en el mundo.