Una familia de Queens, Nueva York, vive una tragedia desgarradora tras perder a su bebé de tan solo un mes de nacida. Lo que inicialmente parecía un caso de ataque animal, terminó revelando una verdad aún más dolorosa y confusa: la pequeña ya había fallecido antes de que la perrita de la familia la tocara.

Todo ocurrió en el complejo de viviendas públicas Queensbridge Houses. Lillian Burton y Christopher Winfield, padres de la pequeña Kiyanna, se despertaron una mañana con una imagen que ningún padre querría presenciar: la bebé, en su cuna, con marcas visibles en su rostro, presuntamente hechas por su perrita pitbull de seis semanas llamada Bella.

La primera reacción fue de horror. Rápidamente, alertaron a las autoridades, quienes llegaron al lugar y, ante lo que parecía ser una evidencia clara de un ataque canino, decidieron sacrificar al animal. Bella fue considerada la responsable de la muerte.

Pero los resultados forenses revelaron algo inesperado.

Días después, el informe del médico forense cambió por completo el rumbo del caso. La pequeña Kiyanna había fallecido por causas naturales antes de que ocurriera cualquier mordida. El diagnóstico más probable: Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL), una condición trágica que puede quitarle la vida a un bebé aparentemente sano mientras duerme.

Según Lillian y Christopher, su hija ya tenía antecedentes de salud delicados, incluyendo un soplo en el corazón. El padrastro declaró con firmeza a medios locales:

“Nuestro bebé estaba vivo cuando todos nos fuimos a dormir. Eso es lo último que sabemos.”

Por su parte, la madre, entre lágrimas, defendió el cuidado que le daban a su hija:

“Yo no maté a mi hija. Les doy de comer a mis hijos, están bien cuidados, bien vestidos, bien arreglados. Cuido muy bien de ellos.”

Una pérdida injusta… para todos

La familia no solo está enfrentando el dolor por la muerte de Kiyanna, sino también el remordimiento por la pérdida de Bella, la cachorrita que fue sacrificada sin haber tenido culpa alguna.

Con el informe médico, aún sin publicación oficial, crece la indignación por haber tomado decisiones precipitadas que costaron la vida del animal. Según los padres, la perrita no atacó con agresividad, sino que posiblemente intentó interactuar con el cuerpo inerte de la bebé, sin comprender lo que ocurría.

Actualmente, la familia fue desalojada temporalmente de su hogar mientras se realizan investigaciones.

En medio del duelo, Lillian y Christopher solo quieren una cosa: que se sepa la verdad y que su familia no sea juzgada sin conocer los hechos completos.

Este caso deja en evidencia lo complejo que puede ser el manejo de tragedias familiares y la importancia de esperar los resultados oficiales antes de tomar decisiones drásticas.

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