Una pareja brasileña desató un intenso debate en redes sociales y medios de comunicación tras protagonizar la primera “boda luciferina” documentada en el país. El insólito enlace tuvo lugar en el municipio de Itatiaia, en el estado de Río de Janeiro, y fue organizado por miembros de la llamada Iglesia de Lucifer, una organización alternativa que asegura defender la libertad individual, el pensamiento crítico y la autosuperación frente a los dogmas religiosos tradicionales.

La ceremonia no pasó desapercibida: en lugar de las clásicas promesas espirituales o referencias divinas, los votos de los contrayentes estuvieron centrados en el conocimiento, la autonomía personal y la ruptura con las normas impuestas por la religión institucionalizada. El acto fue cuidadosamente diseñado por los propios integrantes de esta agrupación, que defiende su visión filosófica a través de símbolos mitológicos como el de Lucifer, al que describen no como una entidad maligna, sino como un ícono de iluminación y rebelión frente al control espiritual.

Algunos consideraron el evento como una “abominación”, calificándolo de “signo del apocalipsis”, mientras otros lo vieron como un ejercicio legítimo de libertad de culto.

A pesar del escándalo mediático, las autoridades locales confirmaron que el evento no violó ninguna ley. La ceremonia fue registrada de forma privada y estuvo acompañada por presencia policial, no por tratarse de una acción ilegal, sino como medida preventiva para evitar cualquier altercado con posibles detractores.

El ayuntamiento de Itatiaia declaró que no recibió denuncias formales y que el lugar donde se realizó el enlace contaba con permisos en regla. “No podemos actuar en función de creencias religiosas, siempre y cuando no se infrinja la ley ni se incite al odio o la violencia”, expresó un portavoz municipal.

Lejos de ser una organización clandestina, la Iglesia de Lucifer lleva varios años construyendo su presencia en redes sociales y defendiendo un enfoque “iluminista” de la espiritualidad. Según sus miembros, no adoran a un ser maligno, sino que utilizan la figura de Lucifer como símbolo de cuestionamiento, autoconocimiento y ruptura con la obediencia ciega.

“La imagen demonizada que la mayoría tiene de Lucifer proviene de una interpretación religiosa específica. Nosotros lo vemos como una representación de la libertad de pensamiento y el rechazo al sometimiento espiritual”, explicó uno de sus voceros en una entrevista previa a medios locales.

La llamada “boda luciferina” se convirtió en un hito simbólico para este grupo, que busca posicionarse como una alternativa espiritual en un país donde predomina el cristianismo. Aunque la polémica está lejos de extinguirse, el evento abrió una conversación nacional sobre los límites del respeto religioso, la diversidad espiritual y la libertad de culto en sociedades modernas.

Por ahora, la pareja asegura estar feliz por haber celebrado su unión de acuerdo a sus convicciones más profundas, y la Iglesia de Lucifer no descarta que en el futuro se celebren otras ceremonias similares.

“No buscamos provocar, sino existir con dignidad dentro de nuestras creencias”, afirmaron.

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