Una tragedia convertida en rescate: un incendio en Connecticut destapa uno de los casos de abuso más extremos en Estados Unidos.

Lo que parecía ser un incendio doméstico rutinario terminó revelando uno de los casos de maltrato más estremecedores de los últimos años en Estados Unidos. Un hombre de 32 años fue encontrado en condiciones deplorables dentro de una habitación de apenas 2×3 metros, tras sobrevivir dos décadas de encierro, hambre, maltrato y abandono por parte de su propio padre y su madrastra. El fuego, provocado por el mismo joven como último recurso, se convirtió en su única vía de escape.

El hallazgo: humo, fuego y una puerta que llevaba al horror

El pasado viernes, los bomberos de Waterbury respondieron a una llamada de emergencia por un incendio en una vivienda ubicada sobre la calle Blake. Al llegar, descubrieron más que llamas: encontraron a un hombre extremadamente delgado, con un peso aproximado de 30 kilogramos, cubierto de suciedad, con un hedor insoportable y en estado de total abandono físico.

El joven fue trasladado de inmediato al hospital más cercano, donde, además de recibir atención médica urgente, relató por primera vez lo que había vivido durante los últimos 20 años.

Dos décadas de tortura: “Estuve encerrado desde que tenía 12”

De acuerdo con su testimonio, había sido encerrado desde los 12 años en esa habitación sin ventanas, con una correa como candado en la puerta. Sus verdugos eran su padre biológico y su madrastra, quienes lo mantenían aislado del mundo exterior, sin posibilidad de bañarse, sin acceso a un baño ni atención médica. Lo alimentaban ocasionalmente con un sándwich, que a menudo no podía masticar debido al deterioro de su dentadura.

"Solo me dejaban salir una hora al día y, con el tiempo, ni siquiera eso", declaró la víctima. "No me importaba morir… solo quería volver a ver la luz del sol"

El fuego como acto de liberación

En un acto desesperado, el hombre decidió prender fuego a su propia habitación. A pesar del riesgo, prefirió enfrentar las llamas que seguir viviendo en cautiverio. Fue este incendio lo que provocó el colapso parcial del techo y alertó a los vecinos, quienes llamaron a emergencias, sin imaginar que su llamada salvaría una vida atrapada en el olvido.

“Tenía el aspecto de un sobreviviente del Holocausto”, declaró el agente Steve Brownell, del Departamento de Policía de Waterbury. Su imagen causó impacto incluso entre los médicos y rescatistas con más experiencia.

Las autoridades confirmaron que la víctima había sido reportada como desaparecida en 2005, cuando tenía apenas 12 años. Durante ese año, maestros y compañeros reportaron su estado de desnutrición, además de múltiples ocasiones en que robaba comida o comía de la basura. A pesar de estas señales de alerta, el sistema falló.

Una visita policial registrada el 18 de abril de 2005 fue la última pista antes de que el joven “desapareciera” oficialmente. En ese entonces, el padre del niño aseguró que su hijo estaba siendo acosado por personas externas, desviando la atención de los agentes.

Kimberly Sulliven, de 57 años, madrastra del joven, fue arrestada y presentada ante el Tribunal Superior de Waterbury. Se le imputan los delitos de secuestro, crueldad infantil, retención ilegal, agresión e imprudencia temeraria. La Fiscalía ya advirtió que podría enfrentar una sentencia de por vida.

Las autoridades siguen investigando al padre biológico, quien presuntamente también participó en el encierro, aunque aún no ha sido formalmente procesado.

Los médicos señalaron que, más allá de las consecuencias físicas, el joven sufre de un grave trauma psicológico. Está recibiendo atención psiquiátrica especializada mientras continúa bajo vigilancia médica.

“No se puede comprender el nivel de daño que esto le ha hecho”, indicó un especialista del hospital que pidió anonimato. “Estamos ante un caso extremo de abuso y aislamiento, como pocos hemos visto”.

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