Joven autista casi muere por una falsa acusación de tortura animal creada por un hater
15/04/2025 - Hace 6 horas en MéxicoJoven autista casi muere por una falsa acusación de tortura animal creada por un hater

La historia que casi termina en linchamiento: Matías Fulco, un joven con autismo, fue víctima de una pesadilla digital orquestada por un impostor.
Lo querían matar. Así, sin rodeos. “Si lo vemos en la calle, lo matamos”, gritaban en vivo por televisión varios vecinos enfurecidos que se amontonaban en la puerta de una humilde casa en General Pacheco. Insultos, piedras, amenazas, fuego. La furia colectiva no tenía límites. Matías Fulco, de 28 años, era el blanco de una turba enardecida. La razón: publicaciones virales que lo acusaban de torturar animales de la manera más salvaje. Pero todo era mentira. Una elaborada y perversa suplantación de identidad lo había transformado, de la noche a la mañana, en el enemigo público número uno.
Matías no es un monstruo. Es un joven dentro del espectro autista, diagnosticado también con síndrome de Asperger. Vive con su madre enfermera, sus dos hermanos y sus abuelos mayores. En 2015 perdió a su padre en un accidente de tránsito, su vida, como la de tantos, se volvió más solitaria durante la pandemia. Entonces, su psicólogo le recomendó abrir un canal de YouTube como parte de su terapia. Allí cocinaba, hablaba de su día a día, y, por primera vez, se sentía acompañado.
Pero ese espacio de contención se convirtió en el origen de una pesadilla. En 2021, conoció a un usuario identificado como CARP NEO, quien inicialmente se hizo pasar por su amigo. Luego comenzó a hostigarlo: le enviaba pedidos de comida como “broma”, lo amenazaba de muerte y, lo más grave, obtenía datos personales para acosarlo. Matías cerró sus redes, pero el acoso no terminó.
Hace apenas dos meses, volvió a abrirse una herida. Aparecieron perfiles falsos con su nombre y rostro. En esos perfiles comenzaron a publicarse videos brutales de maltrato animal: gatos ahorcados, perros apuñalados, animales hervidos vivos. Aunque en ninguno se lo veía directamente, los textos lo señalaban a él. En días, el escarnio digital se propagó como pólvora: siete cuentas de Instagram, nueve de TikTok, cinco de X (ex Twitter) decían ser Matías. Y la campaña de odio explotó.
De lo virtual a la violencia real
Los grupos de WhatsApp se llenaron de convocatorias. Rescatistas de animales, influencers, vecinos indignados… todos creyeron que estaban haciendo justicia. Lo que no sabían es que estaban siendo manipulados. La dirección de Matías fue compartida abiertamente. Su madre, Natalia, se enteró de lo que pasaba gracias al comentario de una compañera del hospital donde trabaja. En pocas horas, ya había decenas de personas en la puerta de su casa. Gritaban, lanzaban amenazas, y hasta organizaron escraches para los días siguientes.
“Violador, pedófilo, asesino de animales… te vamos a devolver a tu hijo en una bolsa negra”, fue uno de los mensajes que recibió Natalia. En total, contó más de 700 amenazas. Se quedó sin palabras, sin descanso y sin respuestas.
La situación llegó al límite. Matías, sin entender cómo su mundo se derrumbaba, sin poder procesar el odio que recibía, intentó suicidarse. Mandó una foto a un grupo de supuestos amigos donde se lo veía con un cuchillo en el cuello. La familia llegó a tiempo. Lo salvó. Pero esa misma imagen fue usada por sus agresores como trofeo. La compartían para seguir atacando a proteccionistas y fomentar el odio.
El linchamiento que no fue… pero casi
El sábado siguiente, la violencia escaló aún más. La casa de Matías fue atacada nuevamente. Hubo intentos de incendio, más agresiones y amenazas de muerte. Solo la intervención de algunos vecinos solidarios y la presencia policial impidieron una tragedia. Sin embargo, los medios de comunicación seguían amplificando las falsas acusaciones, sin chequear, sin dudar, sin piedad. “Le tienen que arrancar las pestañas”, dijo un panelista al aire.
Mientras tanto, los verdaderos culpables miraban todo desde la comodidad de su hogar. Desde cuentas falsas, publicaban provocaciones como: “Estoy viendo todo por la tele. Estoy con un gatito encima. ¿Qué hago con él?”
La madre de Matías, agotada, pero decidida, se enfrentó a la situación. Fue a la comisaría, presentó denuncias y, desesperada, hasta se hizo pasar por su hijo para hablar con el impostor. Así consiguió valiosa información: la ubicación aproximada del responsable y hasta algunas confesiones en tono burlón. “Te hice famoso”, le escribieron. “Ya se fue el hate. Tranquilo.”
La justicia actuó… pero la herida sigue abierta
Gracias a la investigación del fiscal Alejandro Musso, se pudo rastrear la IP de la cuenta falsa. El responsable: Adrián, un joven de 22 años con antecedentes por ciberbullying, que vive en San Justo. Padece esquizofrenia y otros trastornos mentales, según confirmó su propio padre, quien colaboró con la justicia y entregó los dispositivos utilizados para el delito.
Adrián fue detenido, pero por su condición de salud fue entregado nuevamente al cuidado de su familia. La causa sigue abierta. La investigación también apunta a otros jóvenes que habrían participado de esta campaña de odio digital.
Pero para la familia Fulco, la pesadilla continúa. Aunque se probó su inocencia, aunque se identificó al impostor, aunque la justicia intervino, el daño está hecho. Las capturas falsas, los posteos manipulados, los insultos y amenazas siguen circulando.
Matías no puede volver a su casa. Vive con miedo. Se esconde al escuchar un ruido. Tiembla al ver una sombra. Natalia, su madre, no duerme. “Mis papás, de 76 años, están destruidos”, cuenta.
“Solo quiero que la gente sepa que mi hijo no es lo que dijeron. Que lo limpiemos de todas esas mentiras. Que alguien pague, no con cárcel, sino con conciencia. Que puedan entender lo que hicieron”, dijo, entre lágrimas, esta madre, que lo único que quiere es que su hijo vuelva a vivir en paz.
Te puede interesar: VIDEO: Un rayo fulmina a cinco estudiantes durante aguacero