Fabbio, el lomito más fiel del automovilismo mexicano, murió a los 16 años de edad equivalentes a 87 años perrunos dejando un vacío imborrable en el corazón de miles de fanáticos, especialmente entre quienes siguieron su historia de amor por la Fórmula 1 y su ídolo: Sergio ‘Checo’ Pérez.

El anuncio fue realizado por su dueño, Jorge Alvarado, a través de un video compartido en redes sociales, donde entre lágrimas reveló que el peludo seguidor partió acompañado del cariño de su familia humana. “Hace unos momentos nos dejó”, dijo Jorge, visiblemente afectado, explicando que acudieron a su visita diaria en la Clínica San Patricio cuando Fabbio les dio su último adiós. “Pareciera que solo nos estaba esperando para despedirse”, expresó conmovido.

Fabbio no era un perro cualquiera. Su imagen a bordo de un monoplaza miniatura —decorado con los colores de Red Bull Racing— sobre Paseo de la Reforma, se volvió icónica. Su historia se viralizó rápidamente: un pequeño guerrero de cuatro patas que acompañaba a su dueño con orgullo y que parecía entender, de algún modo, la emoción que trae cada Gran Premio.

A pesar de que nunca pisó el Autódromo Hermanos Rodríguez durante un GP de México, Fabbio tuvo un momento soñado: conoció personalmente a ‘Checo’ Pérez en un evento especial en la capital mexicana. Un instante que quedó grabado para siempre en la memoria de su familia.

La noticia de su fallecimiento movilizó a las redes sociales. Figuras del automovilismo, influencers y amantes de los animales enviaron sus condolencias. Antonio Pérez, hermano del piloto tapatío, no tardó en compartir un emotivo mensaje:

“Mucha fuerza mi Jorge. Te mando un abrazo y te entiendo porque somos perrunos y sé lo que es perder a un compañerito de vida. Gracias por inculcarle el amor para mi hermano”.

Fabbio no solo fue una mascota, fue un símbolo de la pasión, la lealtad y el cariño incondicional. Su imagen sobre ruedas quedará para siempre en el recuerdo de todos los que lo vieron convertirse en el fan número uno de ‘Checo’ Pérez, demostrando que no hace falta hablar para expresar admiración, solo basta un par de patas, un corazón noble… y un auto muy especial.

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