Mazatlán se encendió… pero no por el sol, sino por la indignación. Luego de que se viralizó un video en el que un supuesto ciudadano estadounidense agredió a un trabajador de la construcción por el simple hecho de estar comiendo en una jardinera, la respuesta de los mazatlecos no se hizo esperar: una manifestación pacífica con sabor a justicia, carbón y solidaridad.

Todo comenzó cuando en redes sociales comenzó a circular un clip grabado en las calles de Mazatlán, Sinaloa. En él se observó a un hombre de origen extranjero increpando y agrediendo verbalmente a un trabajador que, en su hora de descanso, simplemente comía sentado en la banqueta.

La escena fue compartida por varios usuarios en plataformas como TikTok y X, donde rápidamente encendió la indignación colectiva. El canal ‘El fantasma viajero’fue uno de los primeros en documentar no solo la agresión, sino también la respuesta ciudadana.

Lejos de quedarse en la crítica digital, los habitantes de Mazatlán decidieron organizar algo que solo los mexicanos pueden convertir en símbolo de unidad: una carnita asada masiva. El punto de reunión fue la esquina de la Avenida Cruz Lizárraga con Hamm, justo frente a la casa del presunto agresor.

“El mexicano puede aguantar muchas cosas, menos una falta de respeto”, se escuchaba entre los asistentes que, con hieleras, carbón y parrillas en mano, llegaron para mostrar su apoyo al trabajador agredido y dejar claro que los actos de discriminación no tienen cabida en su comunidad.

“Todo Mazatlán se unió para que sepan que a los mexicanos se les respeta”, dijo ‘El Fantasma Viajero’ en uno de sus videos, que ya acumula miles de vistas.

Lo que comenzó como una manifestación pacífica se convirtió en una auténtica verbena popular. Hubo música, pancartas, comida compartida y, en algunos casos, hasta lanzamientos de huevos hacia la supuesta residencia del extranjero. Aunque este último acto generó opiniones divididas, muchos lo vieron como una respuesta simbólica a la agresión.

Jorge, el trabajador agredido y oriundo de la Ciudad de México, dio declaraciones para la página Yo amo mi Mazatlán. En su testimonio, reveló que no fue la única persona víctima del sujeto: “Ese señor ya había agredido a unos niños que estaban sentados allá… también trabajadores”, declaró.

Contó que el hombre le habló en español, pero usando palabras altisonantes, y aunque nunca había tenido un altercado con él personalmente, sabía por sus compañeros que ya había causado problemas en la zona.

Visiblemente nervioso por la viralización del caso, Jorge agradeció las muestras de apoyo de la ciudadanía, aunque hizo un llamado a la calma: “No tiene caso ir ahí con el señor”, dijo, en referencia a la manifestación.

Este episodio no solo reflejó la molestia de una comunidad ante un acto de xenofobia, sino también el orgullo y la fuerza con la que los mexicanos se respaldan entre sí. Lo que podría haber sido un momento de impunidad, se convirtió en un símbolo de resistencia social y unión.

En un país donde la comida une y la dignidad pesa, la respuesta fue clara: si tocan a uno, responden todos. Y esta vez, lo hicieron con asador en mano.

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