AMBIENTE POLÍTICO… La reagrupación tricolor
Por: Eduardo Serrano
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sufrido una metamorfosis en los últimos años. Este proceso de cambio ha ubicado al tricolor en una ruta en la que, necesariamente, los diversos grupos y liderazgos se han reagrupado con la finalidad de mantenerse vigentes, realizando a la vez tareas de reconstrucción sobre lo que ellos mismos derribaron. El Ambiente Político pone a prueba a los actores priistas que mayor juego tendrán en los próximos años, dada su participación en la función pública, en cargos de representación popular, y en actividades al interior de su partido, ya que cada uno de estos perfiles, deberán ser elementos sustantivos para reconstruir al PRI una vez que se han levantado los escombros, o si lo prefieren, para hundirse en sus ambiciones. Podrán ser salvadores o verdugos, pero ya no hay más a quien echarle la culpa de sus errores y omisiones; sólo de ellos dependerá que se les vuelva a considerar como opción viable en las boletas.
Durante el 2020 no habrá elecciones en Durango, pero eso no implica que se vayan moviendo los “entusiastas” o se desentuman los “tullidos”. En el Congreso del Estado, con la agenda legislativa que se comenzará a trabajar para destrabar varios temas de gran relevancia, quien jugará un papel muy importante será el diputado Esteban Villegas Villarreal, quien recientemente asumió el cargo al frente de la Junta de Coordinación Política, que mantuvo el grupo parlamentario de Morena en el primer año de la legislatura con Sandra Amaya y posteriormente con Pablo César Aguilar. Para Esteban, haber logrado la unidad en el PRI, a pesar de las “grillas”, ha sido sólo el comienzo de un trabajo que lo mantendrá vigente y actuante rumbo al 2022, pues entre otros logros iniciales, ha generado sinergia al interior del recinto legislativo para construir el acuerdo unánime, en el que los secretarios del Gobierno estatal, comparecerán ante el pleno como parte de la glosa del tercer informe.
En el partido, la dirigencia, a cargo de Luis Enrique Benítez Ojeda, tiene una tarea fundamental en la renovación de los comités municipales y los sectores que así lo marquen sus tiempos estatutarios. Tendrá otra tarea permanente acompañando a los alcaldes y demás funcionarios, a fin de vigilar que el “poder” no sea obstáculo para un buen “servir”. Benítez deberá continuar siendo la voz opositora, crítica, que contribuya a los acuerdos, y lo más difícil, lograr que los liderazgos tricolores no caigan en la tentación “canibalística” que evite el desarrollo de todos los cuadros. Enrique Benítez, junto con Esteban y Lety Herrera -quien después de su gestión en Gómez Palacio entrega buenas cuentas-, se mantendrán en una competencia natural, ya que en la reagrupación tricolor son, hasta el momento, los principales activos con los que cuenta el PRI, y obviamente, sus objetivos, sus caminos y aspiraciones, se cruzarán tarde o temprano.
En todo lo largo y ancho del territorio estatal habrá, sin lugar a dudas, elementos de valor de los que el Revolucionario Institucional deberá echar mano para entrarle a la “talacha” de la reconstrucción; todos con cierta afinidad hacia alguno de los principales liderazgos ya mencionados, pero con nombre y aspiraciones propias. En la capital duranguense, y con la responsabilidad en el cabildo, Daniela Soto y David Payán deberán convertirse en las “voces” que representen los intereses ciudadanos desde la perspectiva priista. Tienen ante sí la enorme oportunidad -terriblemente desperdiciada por sus antecesores-, de pasar a la historia con un trabajo de gestión, de oposición y consolidación de acuerdos, que enriquezca el debate, ese que cuestiona, pero que no obstaculiza el desarrollo, pues ellos mismos, reagrupados al interior del tricolor, serán pieza clave en su reconstrucción.