Por: Eduardo Ortega Solano

El 28 de febrero se confirmó el primer caso de COVID-19 en México, se trató de un residente de la Ciudad de México que recientemente había viajado a Italia; el doctor Hugo López Gatell, el todavía inmaculado subsecretario y vocero de la Secretaría de Salud mencionó: Lo advertimos desde el inicio, esto no se puede contener, lo que no quiere decir que no pueda mitigarse. En su mayoría, más del 90 por ciento, son enfermedades con síntomas leves, como un catarro. Es claro que el galeno ignoraba (como todos) la gravedad de la situación; la OMS alertaba que este mal se podía convertir en una pandemia, a pesar que apenas el 22 de enero había informado que no existía la certeza que la transmisión se diera entre seres humanos, con un virus nuevo, con estudios en ciernes, es disparatado casi protervo pedir inefabilidad.

El 16 de marzo, con poco más de cien contagiados se decretó la suspensión de clases en México, esto a partir del 20 de marzo, acción que se pensó se realizaba muy a tiempo; ya que cuando Alemania tomó esta medida, tenían más de mil contagios e Italia cerca de dos mil. López Gatell mencionó: Esta no va a ser una epidemia corta, ya lo hemos dicho; durara cuando menos 12 semanas, que es lo que duró en China, expuso qué no se deben tomar medidas extraordinarias antes de tiempo para no agotar a la sociedad. A finales del mes de marzo, con la presencia del gabinete legal y ampliado, las autoridades sanitarias presentaron al Presidente los probables escenarios de la pandemia, informando que: La cantidad estimada de mexicanos que pudieran fallecer por el nuevo Coronavirus podría ser de dos mil, siendo está la proyección más alta, no superando los 400 en un escenario óptimo.

Nada que ver con la atmósfera dantesca que estamos viviendo, con casi medio millón de contagiados y más de 53 mil muertes. El Instituto de Métricas y Evaluación de Salud de la Universidad de Washington (IHME) afirma que podríamos superar los 153 mil muertos para diciembre próximo, esto en el peor de los escenarios, pero tomando como base los números actuales nos da como resultado 118 mil 810 fallecidos, pudiendo reducirse este número a 104 mil 803, esto con el uso universal del polémico cubrebocas. Se debe precisar que estas proyecciones son realizadas por modelos matemáticos tomando en cuenta variantes y circunstancias, que si estas cambian se modifican las proyecciones.

A principios de este año, López Gatell, era un personaje desconocido, fue su inclusión en esta aciaga vocería lo que lo convirtió en el Star TV de la Cuarta Transformación (4T), esto lo puso en “el ojo del huracán” de propios y extraños, fue mencionado como: El nuevo hombre fuerte de López Obrador, se afirmó por sus constantes apariciones, que remplazaría al secretario de Salud, Jorge Alcocer, quien prácticamente ha estado ausente del ámbito mediático; se afirmó que su popularidad no fue vista con buenos ojos por Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, identificados como aspirantes anticipados a la sucesión presidencial, también los opositores a la 4T lo vieron como un blanco ideal de descalificaciones contra AMLO; y con razón o sin ella, ha sido presa de un profundo maniqueísmo.

También, López Gatell ha contribuido a provocar algunas de las polémicas, por ejemplo, el decir: “La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio”, lo obligó a tener qué aclarar que lo que realmente quiso decir era que, en términos de una persona, era un individuo que pudiera contagiar a otros, el Presidente tiene la misma probabilidad, no menor no mayor. Aplanar la curva y el pico de la pandemia; han sido dos términos relacionados entre sí, que Gatell explicó de forma adecuada, sin embargo, ha sido aprovechado para confundir a la gente y desacreditar al vocero.

Aplanar la curva no quiere decir que existirán menos contagiados, el objetivo es, que estos se repartan en el tiempo, de tal manera que no se colapse el sistema sanitario y todos puedan ser atendidos; por ejemplo: Supongamos que existirán  600 enfermos y tan solo cien camas, 500 se quedarán sin atención; aplanando la curva, digamos seis meses, todos podrán ser atendidos, aunque la duración será seis veces mayor, lo que también modificará la fecha del pico de la pandemia. Es innegable que mucha gente está muriendo… pero no por falta de atención.

El uso del cubrebocas fue muy polémico, a diferencia de los países del oriente la OMS emitió ciertas recomendaciones como lavarse las manos con frecuencias, toser en la parte interna, guardar un metro y medio de distancia con otras personas, pero descartó el cubrebocas argumentando “no sirve para nada”, aunque recientemente cambiaron de opinión afirmando que su uso es clave para el la lucha contra la pandemia.

Por supuesto que la estrategia contra el COVID -19 es perfectible, pero tratar de culpar a López Gatell de los fallecimientos es falaz y perverso; es innegable que existe una campaña negra que se genera en torno a su persona, tratando de tatuarle el mote de “Dr Muerte” diabetes, hipertensión, obesidad, enfermedades hepáticas, mala nutrición, sumado a ignorancia e irresponsabilidad son las principales causas. Aunque en México estamos dispuestos a creer lo que sea, siempre y cuando… no sea verdad.

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