APUNTES… Absurdo: aplausos al intervencionismo soez
30/05/2021 - Hace 3 años en MéxicoAPUNTES… Absurdo: aplausos al intervencionismo soez
Por: Guillermo Fabela Quiñones
A medida que se acerca el día de las elecciones de junio, el nerviosismo de las fuerzas reaccionarias se hace más evidente. El artículo de la revista señera del imperialismo, The Economist, tildando de “falso mesías” al presidente de México, es la gota que faltaba para derramar el vaso del odio de clase de las élites contra un mandatario que se pasó el primer tercio del sexenio haciendo esfuerzos por demostrar que no es “un peligro para México”, es decir para las élites oligárquicas que consideran como de su propiedad los bienes de la nación.
Ahora paga las consecuencias del pragmatismo que antepuso al imperativo de sentar los cimientos del proyecto de nación que anunció durante su campaña. El virulento ataque del hebdomadario británico, adalid del neoliberalismo global por su antigüedad y fiereza imperial, es otra más de las andanadas contra un régimen que tímidamente y con muchos zigzagueos busca reorientar el rumbo del país para hacer menos opresiva la hegemonía de la minoría oligárquica que acumula más del 70 por ciento del PIB, situación que nos llevó a la realidad que padecemos actualmente.
EL IMPERIO SIGUE EL MISMO GUION ESCRITO DÉCADAS ATRÁS
El imperio sigue el mismo guion que se escribió décadas atrás para desestabilizar gobiernos que se atreven a picotearlo, más aún en lo que siempre ha considerado su “patrio trasero”. Lo asombroso es que siga teniendo éxito aunque las clases medias, principalmente, sepan que una vez derrotado el gobierno “revisionista”, la reacción regresa al poder con más deseos de venganza y de recobrar el terreno perdido, haciendo más sombrío y sangriento el camino por reivindicaciones elementales largamente aplazadas. Así lo demostró el aplauso de sus voceros a la revista británica.
No les importó que la soberanía de México, no sólo la figura presidencial, haya sido pisoteada al “recomendar” al presidente Biden que castigue al mandatario mexicano y se inmiscuya abiertamente en los asuntos electorales de nuestro país. No entienden que su ataque no es sólo al que llaman “falso mesías”, sino al atrevimiento de pretender hacer tibios cambios al proceso económico del país que avivó injusticia y encono social.
EL ATAQUE NO ES SOLO AL “FALSO MESÍAS” SINO AL PAÍS
Así lo acaba de patentizar el jefe de la Casa Blanca con su propuesta de presupuesto para contrarrestar la política aislacionista de su antecesor: 6 billones de dólares, cifra que se destinará a fortalecer la hegemonía del imperialismo en la región por conducto del Departamento de Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés); en este presupuesto se incluyen 861 millones en asistencia a los países centroamericanos, primera entrega de los 4 mil millones de dólares programados a este rubro durante su administración.
Esto explica el motivo de la visita al presidente López Obrador, dos días después de las elecciones del 6 de junio, de la vicepresidenta Kamala Harris, a quien ha precedido en días pasados el director de la CIA, William J. Burns, quien se entrevistó con Marcelo Ebrard para “supervisar la logística” del viaje de la vicepresidenta. Mientras tanto, el proceso electoral se sigue manchando de sangre y de escándalos que, aunque se le endilguen al crimen organizado, tienen claro sello de un origen eminentemente político.
LA REACCIÓN NO VE MAS ALLÁ DE SUS PREJUICIOS DE CLASE
Lo más riesgoso, para nuestro país, es que Biden busca el involucramiento de México en el calentamiento de la nueva guerra fría de su país contra China y Rusia, con la “zanahoria” de la “ayuda” asistencialista a Centroamérica propuesta por el mandatario mexicano. Pero la reacción en México no ve más allá de sus prejuicios de clase, sin tomarse la molestia de analizar un poco la realidad nacional en las últimas cuatro décadas, cuando el país entró en una espiral de pobreza sin freno, una acumulación de capital en una minoría insaciable y una violencia alimentada por la impunidad y la corrupción.
Ahora el reto, después de los próximos comicios, es saber si el mandatario está decidido a enfrentar compromisos más arduos que hace dos años, debido a su desinterés por cumplir prioridades aún más inaplazables que la lucha contra la corrupción, como el fortalecimiento del estado de derecho y la redistribución del ingreso. La pregunta obvia es: ¿cómo superará las presiones del imperialismo y los neofascistas sin apoyo masivo?
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