Por: Guillermo Fabela quiñones

Así como la fe pone trampas, como puntualizó Octavio Paz en su monumental ensayo biográfico sobre la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz, también lo hace la necesidad de adversarios, como los que buscaba en sus andanzas por tierras manchegas el inmortal “caballero de la triste figura”, cuya primera desventura fue imaginar que las aspas de los molinos de viento eran brazos de gigantes a los cuales debía enfrentar para demostrar ser merecedor de pertenecer a la ilustre orden de los andantes caballeros que le habían antecedido siglos atrás.

Vale el símil con el estilo personal de gobernar del presidente López Obrador, quien lleva dos semanas señalando a las clases medias como “víctimas de la manipulación” de los medios, de la “guerra sucia” contra el proyecto de transformación que encabeza. Esto no obstante que su triunfo en las urnas en el 2018, se debió en buena medida al voto de la población encuadrada en los sectores de las llamadas clases medias, ubicadas en las principales ciudades del país con el mayor número de votantes.

Tiene toda la semana haciendo señalamientos demostrativos de su enojo por las actitudes que él mismo nota en sus giras, donde cada vez hay menos aplausos y sí más reclamos al incumplimiento de acciones que prometió poner en marcha de inmediato, que contrarrestaran problemas sociales y políticos acumulados en el régimen del PRI hegemónico y luego del PRIAN oligárquico y neoliberal a ultranza. Sin un mínimo asomo de autocrítica, culpa a las clases medias de problemas, viejos y nuevos, sin resolverse. Lo absurdo es que las encuadre indiscriminadamente como carentes de “conciencia social y ser fácilmente manipulables”.

No le cabe en su pensamiento que el rechazo a sus políticas de Gobierno, se debe a que los resultados no muestran cambios positivos sino agudizamiento de problemas. En particular, este amplio sector social ha sido el más golpeado por las consecuencias económicas de la pandemia, situación que se presentó desde el inicio del sexenio por la absurda decisión de reducir el gasto público vía la “austeridad republicana”, forma engañosa de encubrir la continuidad del neoliberalismo y seguir adelgazando el sector público.

Según el Presidente, está comprometido a “sacar de la pobreza a millones de mexicanos para constituir una nueva clase media más humana, más fraterna, más solidaria… sacar de la pobreza a millones de mexicanos, que mejoren sus condiciones de vida, sus condiciones de trabajo, pero que también no dejen de voltear a ver a los desposeídos, los necesitados, a los marginados, que no se le dé la espalda al que sufre”. Sin embargo, en los hechos no ha demostrado congruencia con este planteamiento. ¿Acaso no se mantiene incólume la injusta distribución de la riqueza? ¿Acaso el sector bancario no sigue con sus mismas prácticas agiotistas? ¿Se están tomando medidas que garanticen una redistribución de la riqueza y un mínimo poder adquisitivo a los marginados?

La pandemia le cayó “como anillo al dedo”, pero sólo para justificar el gigantesco error estratégico de reducir el gasto público el primer año de gobierno, cuando la población de clase media esperaba un alivio al gran drama que significó la acumulación de capital en reducidos sectores oligárquicos con una finalidad perversa: monopolizar actividades productivas esenciales y saquear el erario con total impunidad, al fin que las clases medias son clientela cautiva de Hacienda y no tienen cómo evadir y eludir impuestos como ese reducido grupo de “empresarios”.

No es que las clases medias estén “manipuladas” por los medios y por ello muestren cada vez más rechazo al gobierno de la Cuarta Transformación. ¡Definitivamente no!; lo que sucede es que tienen conciencia de la realidad porque sufren en carne propia las consecuencias de políticas públicas sin rumbo estratégico, bajo el disfraz del asistencialismo que sólo sirve para encubrir el flagelo de la pobreza. Esto ha quedado claro para quienes en vez de aplaudir al mandatario reclaman su falta de coherencia y su afán de ver “molinos de viento” cuando lo que se requiere son soluciones.

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