APUNTES… El tiempo de solidaridad es ahora
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Por enésima vez, el presidente López Obrador se reunió en Palacio Nacional con la cúpula del sector privado. El motivo es explicable: Prever las consecuencias económicas de la emergencia sanitaria por el COVID-19. Sería plausible que encuentros como este con los principales hombres de negocios del país tuvieran efectos positivos, porque no se ha visto que esto haya sucedido en lo que va del actual régimen.
Lamentablemente, no ha habido resultados concretos que se reflejen en la economía, porque los dirigentes de los principales organismos empresariales se quedaron muy mal acostumbrados de su relación con los inquilinos de Los Pinos durante el periodo neoliberal. No eran recibidos para intercambiar ideas y proyectos, sino literalmente para imponer condiciones ampliamente favorables a ellos, no al país.
La verdad ha salido a la luz en el transcurso de los meses que lleva el régimen de la Cuarta Transformación. Lo confirma un informe de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), sobre los depósitos de ciudadanos mexicanos en bancos de ese país, por un monto de 76 mil millones de dólares, los cuales multiplican por 3.3 veces el flujo de la inversión extranjera directa (IED), entre febrero de 2019 y el mismo mes de este año, cifra récord según el Banco de México.
Qué diferente sería México, si el sector empresarial demostrara con hechos tener una mínima solidaridad con la nación que los ha enriquecido y apuntalado sus negocios al extremo de tener utilidades que les permiten sacar de las fronteras nacionales miles de millones de dólares. De ahí que ahora busquen cómo evitar que la emergencia que asuela dramáticamente a los mexicanos, no les afecte sus privilegios.
No hay margen a un somero optimismo luego de esta reunión con el Ejecutivo nacional, pues la realidad demuestra que son muy pocos los empresarios que tienen sensibilidad social. Quizá los haya, pero durante el periodo neoliberal la fueron perdiendo por las componendas con los exmandatarios que aprovecharon el poder con fines patrimonialistas. Las consecuencias están a la vista, desgraciadamente, y se verán reflejadas en el tejido social debido a la emergencia del Coronavirus.
Un reto mayúsculo del presidente López Obrador en los meses subsecuentes es hacer comprender a los magnates el imperativo de cumplir sus obligaciones más elementales, como pagar salarios justos a sus trabajadores, otorgarles prestaciones conforme a la Ley, no especular con motivo de la emergencia y, sobre todo, cumplir sus promesas de invertir en México, las cuales nunca lo han hecho, como lo patentiza el monto espectacular de los depósitos que tienen en bancos estadunidenses.
La crisis que se avecina, en lo social y en lo económico, podrá ser paliada con menos esfuerzos y sacrificios, en la medida que haya compromisos recíprocos entre el régimen de la 4T y los empresarios. Por lo que ha sucedido históricamente, será necesario que el Mandatario asuma su fuerza política con una visión de futuro, pues de continuar esa relación viciada entre empresarios y gobernantes el país caminará en reversa, como anhelan los ultra conservadores.
Por otro lado, es una decisión muy atinada que el Presidente haya decretado la extinción de fideicomisos públicos que operan más de 700 mil millones de pesos, recursos que serán trasladados a la Tesorería de la Federación, cantidad equivalente a 3.3 puntos porcentuales del PIB. Es hora, lo exige la más elemental congruencia, de que se ponga en marcha una política económica favorable a quienes toda su vida han sido víctimas de la austeridad.
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