APUNTES… En evidencia la ceguera de los ultras
Por: Guillermo Fabela Quiñones
La visita a la Ciudad de México del dirigente del partido de ultraderecha español conocido como VOX, Vicente Abascal, causó el estupor que se esperaba por tan grotesca misión que llevó a cabo: la firma de un documento de alianza estratégica con senadores panistas, el cual fue titulado “Carta de Madrid”. Cabe puntualizar que nunca antes, en lo que va del sexenio, los conservadores le habían hecho un favor tan grande al presidente López Obrador. Lo colocaron como un enemigo a vencer, un izquierdista radical inflexible que pone en riesgo a la “democracia”.
Le permitieron la oportunidad de mostrarse como un líder que conduce al país hacia derroteros democráticos inéditos, tolerante al extremo, sin temor a los reaccionarios con olor a naftalina, a quienes llamó a que “salgan del closet” y se dejen de andar con hipocresías. Lo ayudaron también a que la opinión pública se olvide por unos días de los grandes problemas nacionales, los cuales sólo podrán ser resueltos con políticas públicas que no quiere poner en práctica, ya sea porque no hay condiciones objetivas o bien porque no están en su agenda.
Los firmantes del ridículo escrito demostraron que no entienden un ápice las ideas políticas de quien ganó las elecciones sin tener que recurrir a un fraude electoral. Lo ayudaron a reforzar su alicaída imagen de reformador social con tintes progresistas y así poder decir que “si ayudar a los pobres es ser comunista, que me apunten en la lista”. El mandatario está muy lejos de tener al menos simpatía por ideas radicales, incluso en la época de la Reforma liberal él estaría en el grupo de los moderados.
Esto lo vino a comprender después del desaguisado el coordinador de la bancada del PAN en el Senado, Julen Rementería, anfitrión del neofranquista, reconociendo que “fue un error” el encuentro con éste. Ahora los abajo firmantes se deslindan de éste aduciendo que fue él quien organizó la visita de Abascal y firma de la carta esclarecedora “a título personal”. Sin embargo, por el momento no hay visos de que vaya a ser removido de su posición en la Cámara Alta por la dirigencia blanquiazul.
Este enredo absurdo vino a demostrar que el PAN está muy distante del modo de hacer política de sus fundadores, ideólogos y políticos respetables, como Manuel Gómez Morín y muchos otros que sería prolijo enumerar. El partido doctrinario nacido para contrarrestar la estrategia cardenista en favor de un México menos desigual, con capacidad de forjarse un futuro mediante el usufructo de sus cuantiosos recursos naturales, nunca actuó con impulsos golpistas sino haciendo política, aunque comprendiera que le sería imposible frenar la lucha de un líder social de enorme popularidad y con amplia visión estratégica.
Este modo de hacer política cambió con el ascenso de los tecnócratas en el aparato gubernamental, hasta llegar a dirigencias más comprometidas con intereses particulares que con un proyecto de cambios democráticos. De ahí su incapacidad para comprender la enorme viabilidad de entenderse con un político tan pragmático como López Obrador, en cuyo proyecto ni remotamente cabe una posición que pudiera calificarse de “izquierdista”. En el lapso que lleva en Palacio Nacional ha demostrado su compromiso con una posición centrista, en la cual ha navegado gracias a su capacidad para moverse en aguas procelosas y salir a flote.
En esencia, su proyecto de gobierno es más favorable al conservadurismo, entendido éste como una práctica orientada a mantener intereses creados determinantes para evitar el rompimiento con los principales grupos de poder económico y financiero. Su prioridad, “primero los pobres”, es la mejor prueba de la afirmación anterior. Las “pensiones” a los adultos mayores en realidad tienen el objetivo de hacer olvidar el saqueo que se le hizo a los trabajadores con las Afores. Pero eso es inexplicable para los panistas con vendas en los ojos.
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