APUNTES… Fervor patriótico, exigencia de compromiso
17/09/2019 - Hace 5 años en MéxicoAPUNTES… Fervor patriótico, exigencia de compromiso
Por: Guillermo Fabela Quiñones
La noche del primer Grito de Independencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, podría definirse como un masivo fervor patriótico de un pueblo que mira con esperanza el futuro, hastiado de tanto sufrimiento y anhelante de justicia. El escenario en el Zócalo de la Ciudad de México, fue propicio para que el mandatario confirmara su convicción de que no debe fallarle al pueblo, riesgo latente por la fortaleza económica de la derecha y su total ausencia de patriotismo.
La masa que se dio cita en la máxima plaza de la nación, así como los millones que vieron la ceremonia en los aparatos televisivos, confirmaron a su vez que el Presidente tiene la firme convicción de cambiar el régimen; aunque el pueblo, intuitivamente, sabe que no está en las manos del Ejecutivo profundizar el proceso; pero lo que sí puede hacer es liderar un cambio en favor de la justicia social y la democracia.
La pregunta que conviene hacer ahora, después de la lección de las fiestas patrias, es qué tanto vale la pena hacer concesiones a los conservadores, en aras de tener mayor margen de maniobra en el corto plazo. La respuesta podríamos tenerla, con meridiana claridad, en los comicios del año 2021, cuando se podrá confirmar si las concesiones a la derecha, que se están haciendo en el ámbito jurídico, han sido o no contrarias al proceso definido como la «Cuarta Transformación».
Si los resultados son adversos a Morena, el partido gobernante, quedaría claro que no valió la pena tratar de negociar con los reaccionarios de siempre, con la finalidad de que aceptaran una tregua y dejen de ejercer tanta presión, como es claro que lo hacen, para supuestamente poder dedicar los esfuerzos gubernamentales al objetivo prioritario de garantizar un clima de gobernabilidad.
El régimen que busca innovaciones estructurales de fondo está obligado a correr riesgos, no se puede quedar a medio camino porque las consecuencias serían terribles para el país. Los 30 millones de votos que le permitieron asumir el poder podrían derivar en un elevado número de resentidos, en el no deseado caso de no pasar la raya que nos llevaría realmente a transformaciones históricas. En contrapartida, las cúpulas oligárquicas y los poderes fácticos del exterior, verían con satisfacción que les quedarían las puertas abiertas del Estado mexicano para seguir adelante con su labor depredadora.
Sería una lástima, un dolor imposible de remediar para las clases mayoritarias que toda su vida han sido víctimas de la austeridad forzosa, por la explotación inmisericorde que han sufrido por generaciones. Lo que supuso la gente que votó por el presidente López Obrador, y lo que espera de él, es que cumpla sus promesas de cambio estructural, que no puede ser otro en el México de nuestros días, que la viabilidad de garantizar una real y elemental justicia social, darles a los trabajadores del campo y la ciudad mejores niveles de vida y que la corrupción y la impunidad se evidencien.
Aún es tiempo de que el primer mandatario que llegó a la Presidencia con el apoyo real del pueblo, asuma el compromiso de continuar el proceso histórico que él mismo se echó a cuestas. La gente se lo pidió con su apoyo la noche del 15 de septiembre, con su mirada y sus gestos de esperanza y fervor patriótico.
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