APUNTES… Gran contraste: Plebiscito en chile, consulta en México
27/10/2020 - Hace 4 años en MéxicoAPUNTES… Gran contraste: Plebiscito en chile, consulta en México
Por: Guillermo Fabela Quiñones
La lección que nos deja a los mexicanos el plebiscito del domingo en Chile es decisiva para nuestro futuro: Sin una verdadera participación ciudadana exenta de trampas y simulaciones, será impensable que la Cuarta Transformación (4T) histórica del país se consume conforme a las expectativas que el presidente López Obrador creó en el pueblo. Tal conclusión es válida por el contraste entre el notable ejercicio democrático en el país andino y la patraña demoscópica para escoger al nuevo dirigente nacional de Morena.
Es lamentable reconocerlo, pero más vale hacerlo ahora, por la urgencia de organizar una fuerza política capaz de poner coto a las presiones de la camarilla conservadora, aliada con las fuerzas neonazis del extranjero, antes de que no haya oportunidad de avanzar en la ruta que más conviene a México, presiones que se dejan sentir al interior del régimen en el que depositó sus esperanzas una inmensa mayoría de ciudadanos.
Aunque el Mandatario se esfuerce por mantener una postura “neutral” en hechos y situaciones comprometedoras, a final de cuentas la realidad evidencia la trampa de tal actitud. Su candidato para dirigir el partido en el poder siempre fue Mario Delgado, pero como se empeña en hacer creer que hoy prevalece un estilo político diferente, recurre a maniobras que a final de cuentas confunden, en el mejor de los casos, a la población que anhela cambios verdaderos en el rumbo del Estado.
El ejemplo del pueblo chileno es el que debe seguir el pueblo de México para enfrentar con éxito las presiones del conservadurismo. Sólo que por ahora es imposible, pues hay marcadas diferencias entre una y otra sociedad. La principal de ellas, una conciencia social y participativa que no existe en nuestro país, por tantos años de simulación y desmovilización política de las masas, realidad que en Chile se superó y acrecentó después de la caída del dictador Pinochet.
Es ahora el momento de corregir esta dramática situación, pero se requiere de un partido comprometido con un proyecto que a su vez necesita del empuje colectivo para hacerlo realidad. El problema de fondo en nuestro país es que el fundador del partido, el actual Presidente de la República, no está dispuesto a ir más allá de lo que considera prudente alcanzar, es decir una organización política que responda a los intereses coyunturales del sexenio, no a los del compromiso histórico de romper con el régimen neoliberal, el cual está atado por obligaciones globales ineludibles, situación que cierra un callejón sin salida.
La salida está en la consolidación de un partido que sirva de escudo y protección al proyecto que se definió como Cuarta Transformación, pero ya quedó claro que su propio fundador no tiene la voluntad de impulsar su crecimiento. Este fenómeno lo explicó Noam Chomsky, el pensador estadunidense más consciente del peligro que se cierne sobre el planeta: “Pues bien, mientras no seamos capaces de pensar lo que la ideología imperial nos prohíbe pensar, entender lo que está ocurriendo en el mundo va a resultarnos muy difícil”.
Más difícil lo será en la medida que haya resistencias internas, como es evidente en el hecho de no apoyar un partido con capacidad para organizar al ciudadano y hacerlo pensar como lo hace el pueblo chileno. De este modo, es imposible que la 4T avance más de lo que ya se hizo. Se puede perder la oportunidad histórica de conformar un sistema político resistente a los embates de intereses ajenos por completo a los del pueblo, como se comprobó en el periodo neoliberal.
Con el grupo que representa Mario Delgado al frente de Morena, la cúpula oligárquica podrá estar tranquila. Cuando menos durante el tiempo en que las contradicciones del régimen no se sumen con más dramatismo a los efectos de la pandemia. A este paso, los malabarismos del presidente López Obrador perderán su efectividad, sus enemigos arreciarán sus embestidas y no tendrá la fuerza popular necesaria para frenarlas. Vale insistir en que así no quedará bien “ni con dios ni con el diablo”.
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