APUNTES… Nadie apoyará una ruindad inexcusable
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Para el pueblo no hay duda que la actual crisis se está complicando por la terquedad de la cúpula empresarial de incumplir sus obligaciones elementales con la nación. No obstante, la escalada de desinformación activada por las redes sociales, la cual no ha sido neutralizada ni mucho menos combatida eficazmente por los medios oficiales, la misma gravedad de los sucesos a nivel global ha contribuido a que estén plenamente identificados, quienes son un obstáculo muy serio a la derrota de la pandemia.
Creyeron que podrían doblegar al presidente López Obrador con sus presiones y chantajes, pero se olvidaron de que la coyuntura no los favorece; no cuentan con apoyo de la Casa Blanca, como lo esperaban, porque Donald Trump está enfrascado en enfrentar problemas internos que lo están rebasando. Tampoco de organismos internacionales, a los cuales preocupa mantener su propia agenda de presiones al Gobierno mexicano, en la que no encajan las de la élite oligárquica mexicana.
El Mandatario se vio forzado a responder con una confrontación más directa, actitud a la que no quería llegar, y ahora el pueblo tiene plena conciencia de que sus principales enemigos son los grandes empresarios que se han enriquecido explotando mano de obra barata, eludiendo impuestos y exigiendo privilegios indebidos mediante componendas con gobernantes corruptos. Ahora no les queda otra alternativa que pagar sus adeudos multimillonarios al fisco, o mostrar su rebeldía y de plano cerrar sus negocios, creyendo erróneamente que así obligarían al Presidente a dar marcha atrás.
Es seguro que no darán este paso radical, porque no les conviene bajo ningún punto de vista. En ningún otro país tendrían el margen de ganancias tan cuantioso que tienen en México, ni mucho menos un trato fiscal tan laxo como el que tienen aquí desde hace décadas. De ahí que luego de sus pataleos, berrinches y amenazas, no les quedará otra opción que llegar a un mal arreglo con Hacienda, que lo sería por partida doble: Para el país porque no recibirá lo que en justicia corresponde, y para ellos porque por primera vez en muchos años deberán pagar al fisco.
Pero más vale un mal arreglo que un buen pleito, y sobre todo que sea cuanto antes, porque es el mejor camino para superar los estragos de la crisis sanitaria por el COVID-19; y porque en esta coyuntura será menor su descrédito ante la sociedad. Su villanía se diluirá ante los problemas inmediatos y más calamitosos como los que sobrevendrán con la pandemia y sus consecuencias sociales, políticas y económicas. Así lo deben admitir seguramente los verdaderos titiriteros de la iniciativa privada, quienes ya se acercaron con el Ejecutivo en busca de acuerdos perentorios.
Sin duda, habrá un México de antes y después del Coronavirus, las cosas no podrán seguir igual en el país, y ojalá sea para bien de todos, incluidos quienes estaban acostumbrados a gritonear en la misma presidencia de la República. A nadie conviene pleitear en un momento como el que estamos sufriendo la mayoría de mexicanos, por carencias elementales que se agudizaron, no porque deban pagar al fisco como lo hace la mayoría de contribuyentes.
Es inexcusable que se molesten los miembros de la élite oligárquica porque se les conmina a cumplir sus obligaciones fiscales. Deberían reflexionar y por primera vez en su vida tomar una actitud solidaria con la nación. En ninguna otra parte del mundo les van a soportar tanto abuso.
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