APUNTES… No son las algaradas el peligro para la 4T
02/06/2020 - Hace 5 años en MéxicoAPUNTES… No son las algaradas el peligro para la 4T
Por: Guillermo Fabela Quiñones
El verdadero peligro para el régimen de la Cuarta Transformación (4T) no es la derecha con sus algaradas ridículas, como la del pasado domingo, sino la inconsistencia de la estructura que sostiene su proyecto de nación. Esto conviene decirlo sin reticencias, ahora, cuando aún es tiempo de hacer lo conducente para evitar males mayores. La experiencia histórica demuestra, con sobra de ejemplos, que los movimientos sociales progresistas, pierden rumbo cuando se empieza a festinar una victoria lejos de ser alcanzada.
Las décadas en que los conservadores tuvieron todo para organizarse con una finalidad estratégica, perdieron el tiempo por dedicarlo expresamente a enriquecerse, por encima de cualquier otra prioridad. Hoy deben lamentarlo, junto con sus corifeos en los medios de comunicación y en los círculos académicos, porque carecen de una organización como la que en su momento alcanzaron Mussolini y Hitler, el motor que les permitió llegar a la meta que buscaron desde los inicios de sus respectivas dictaduras.
Los mexicanos tenemos la fortuna de contar con una derecha sin visión estratégica, sin ideólogos como los que confrontaron a Juárez en su lucha por restaurar la República, promulgar las Leyes de Reforma y enfrentar con éxito al ejército más poderoso de su época. De ello debemos felicitarnos, pues de no ser así, el proceso de la 4T estaría al borde del fracaso, incluso sin un golpe de Estado. Con todo, es un imperativo no bajar la guardia, situación previsible ante la actitud triunfalista en las altas esferas del Gobierno federal.
Las protestas del domingo en 21 ciudades del país, por ridículas y grotescas que hayan sido, son sólo un indicio del odio de clase de una minoría que no pierde la esperanza de ver derrotado, no al presidente López Obrador, sino al pueblo de México para que no se atreva nuevamente a levantar su voz y creer en su derecho a soñar en una democracia auténtica. Las elecciones del 2018 lo hicieron vislumbrar un futuro más prometedor, eso no lo aceptan ni lo aceptarán jamás los conservadores. El verdadero peligro es su voluntad irrenunciable de ejercer su “superioridad” de clase.
Esto no lo ven, ni remotamente, muchos de los acompañantes del ejercicio democrático que puso en marcha el Mandatario; primero, porque él mismo no parece dar la importancia que merece el trabajo político, ni al interior del Gobierno ni tampoco en su círculo de poder, situación que fortaleció la pandemia del COVID-19. En segundo lugar, porque la organización que se logró conjuntar para asegurar el triunfo en las urnas en julio del 2018, en vez de fortalecerla, como era lo sensato, se fue disociando del quehacer gubernamental.
Las reacciones de la “izquierda” en el poder (gabinete presidencial, Congreso, círculos académicos), luego de la marcha motorizada de los conservadores, demostraron no ver más allá de las acciones desestabilizadoras; una cosa es dar la impresión de impotencia y desesperación, y otra el comportamiento de las cúpulas. En éstas hay cabezas frías, alianzas pragmáticas para cerrar filas y muchísimo dinero para financiar lo que viene.
Y lo que viene depende, sobre todo, de lo que decida hacer el presidente López Obrador. Si continúa por la ruta que escogió, de no fortalecer sus organismos políticos, y creer que sus bases sociales están garantizadas con apoyos asistencialistas, las élites reaccionarias seguirán adelante con su lógica golpista, sin enemigo al frente. Entonces será demasiado tarde cualquier respuesta del Mandatario y su grupo cercano, que obviamente sería el primero en ser defenestrado.
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