APUNTES… Voto duro será la clave el mes de junio
Por: Guillermo Fabela Quiñones
La creciente pobreza que dejó el neoliberalismo en cuatro décadas es ahora el principal obstáculo que hoy tiene la oposición al Gobierno del presidente López Obrador para regresar al poder. En este segmento de población está el voto duro del mandatario, el cual acudirá a las urnas por la inercia del triunfo incuestionable de los comicios del 2018. Esto a pesar de que el propio partido en el Gobierno ha hecho lo indecible por obstaculizar el proyecto denominado Cuarta Transformación, y de que el propio jefe del Ejecutivo ha sido el principal opositor a sí mismo.
Esto explica la preocupación de la coalición Va Por México, sabedores de que hagan lo que hagan la situación política nacional no cambiará en su favor. Tampoco lo hará la apreciación que tiene la misión de especialistas electorales de Estados Unidos y Canadá, denominada Delian Proyect, la cual acaba de presentar su primer informe. En éste destaca que uno de los principales riesgos de los comicios son las tensiones crecientes entre el Gobierno federal y las autoridades electorales, además de la imparable violencia política en varias regiones del país.
Tensiones, una parte del entramado político
Cabe puntualizar que dichas tensiones no desembocarán en una crisis política, como suponen algunos analistas interesados en que eso llegará a suceder. Son parte del entramado que le da interés a la contienda y distrae de los temas acuciantes que verdaderamente preocupan a las élites, tanto nacionales como de los “socios” extranjeros. Esto lo saben los dirigentes de la clase política en declive, por eso han arreciado su campaña de ataques contra el mandatario, al extremo absurdo de resucitar un lema de hace tres lustros: “AMLO, un peligro para México”.
El propio presidente ha dado pábulo a que la oposición se crezca y lo ataque con mayor vigor, al menospreciarla, mofarse de ella y, lo peor, no afianzar su proyecto de nación y dejar que las cúpulas sigan promoviendo sus intereses, tal como lo hizo el presidente Madero, lo que favoreció el golpe de Estado que le costó la vida. Según Mario Delgado, dirigente de Morena, la oposición “no entendió lo que pasó en el 2018. El pueblo de México ya cambió, tiene conciencia política y además tiene memoria”.
En este caso tiene razón, pero tampoco él lo entiende, lo que resulta muy preocupante como lo demuestra un hecho irrebatible: Morena no es un partido de masas, una organización política al servicio del régimen, porque no ha sido una prioridad del propio Presidente darle ese objetivo. Al igual que Madero, cuyo principal propósito fue derrocar al anciano dictador, así López Obrador ha demostrado que su proyecto de país no pasa por una transformación de fondo, que no irá más allá del sacudimiento de los frutos podridos del régimen neoliberal.
El sufragio de las clases medias no será decisivo
Dentro de este marco, cabe ubicar la compra de las acciones de la refinería Deer Park, en Texas, en la que Pemex cuenta con la mitad del paquete accionario, negocio que viene del régimen neoliberal. Es obvio que para el emporio Shell resulta una buena operación deshacerse de este complejo petrolero, mientras que para el mandatario es una inversión que fortalece la capacidad de producción de hidrocarburos en México. Un buen negocio para ambas partes, teniendo en cuenta las necesidades y proyecciones de la multinacional y las de nuestro país, aquella del primer mundo y nosotros inmersos en tecnologías en desuso, aunque falte tiempo para ello.
En los comicios del 6 de junio el voto de la mayoría de las clases medias se disgregará entre las alianzas Va Por México y los partiditos sin futuro. Sobre todo porque son las clases medias que más han resentido la escasez de medicamentos en el sector salud estatal, que no parece amainar, situación que es propicia para pegarle al mandatario. Pero aun así el voto mayoritario será por Morena, porque el pueblo tiene memoria (aunque sea muy corta) y todavía tiene muy vivo el recuerdo del 2018.
Esto no afecta a las élites económica y financiera, pues sus intereses seguirán bien resguardados en el Congreso por un partido que sigue vivo a pesar de que su propio fundador quisiera que de una vez se eclipsara para organizar otro. Las muchas contradicciones podrían estallar en el 2022.
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