CALEIDOSCOPIO… María, la Callas (Parte 1)
Por: Socorro Soto Alanís
María Callas fue una de las voces más privilegiadas del siglo XX, interpretó las grandes óperas dramáticas que exigían timbre de voz, dramatismo, interpretación y tonos inalcanzables. María tenía todo eso y más. Triunfó en los exclusivos recintos del mundo y conquistó a los exigentes públicos que abarrotaban los escenarios y aplaudían de pie a la diva por más de media hora.
Su vida fascinante, llena de tragedias y drama iban a la par de los personajes de las clásicas tragedias griegas que interpretó como nadie, perseguida por los paparazzis europeos y con la fama de ser la mejor, sus espectaculares joyas y vestidos, las fiestas del jet set internacional en Venecia, Nueva York, París, en las islas griegas y en el famoso yate Cristina de Aristóteles Onassis, le dieron un sello de glamour, fama y espectáculo.
Sus padres migrantes griegos llegaron en busca de buena fortuna a los Estados Unidos. La Callas nació el 2 de diciembre de 1923, en un hospital de la Quinta Avenida, en Manhattan Nueva York. Su nombre: Cecilia Sophia Anna María Kalogeropoulos, niña no deseada y además los padres permanecían en constantes desacuerdos. Le gustó cantar desde pequeña y la madre la sometió a clases extras de música y canto. En su adolescencia tuvo sobrepeso que la hacía sentirse acomplejada
“Infancia es destino” nos enseñó Sigmund Freud y la Callas a pesar de la fama y dinero, se sentía sola. Evangelia, su mamá, se la llevó de regreso a Grecia y fomentó grandes expectativas a su hija sobre la cultura, mitos y paraísos griegos. No sucedió así y tuvieron que trabajar duro para mantenerse y pagar la educación musical de María.
Realizaba audiciones y por fin logró entrar al Conservatorio Nacional y tuvo un venturoso encuentro con la que sería su maestra, instructora y amiga hasta el final de su vida, la soprano española Elvira Hidalgo, quien supo de las enormes posibilidades de María. Su primera presentación de importancia la realizó en el teatro Lírico Nacional de Atenas con gran éxito.
Después se presentó en la Ópera de Atenas con Tosca de Puccini, lo cual era su lanzamiento en escalas mayores, era el verano de 1942 y María tenía apenas 19 años. En diciembre de 1944, como regalo de cumpleaños, María recibió una carta de su padre desde Estados Unidos con cien dólares como regalo, así María decidió regresar a Estados Unidos.
De nuevo el peregrinar entre audiciones, hasta que logró una con el tenor italiano Giovanni Zenatello, director artístico del Festival de Verona, quien quedó prendado de su voz y la invitó a Italia, en donde actuaría en un anfiteatro ante 25 mil personas con gran éxito. A partir de entonces María se dedicaría a deslumbrar a quienes la escuchaban.
Por: Socorro Soto Alanís
Twitter: @cocosotoalanis